Desde Eva, que ganó trascendental personificación bíblica por irrumpir la soledad de Adán y luego con sus encantos provocar el despido forzoso de esa pareja de la paz del paraíso; pasando por Cleopatra que conquistó más con su astucia que con su belleza a los dos generales romanos que pretendieron conquistar Egipto; la misma Teresa de Calcuta, religiosa fundadora de Las Misioneras de la caridad y merecedora del premio Nobel de la Paz en 1979.

Ya en nuestra historia colombiana, Policarpa Salavarrieta, la gran revolucionaria del ejército subversivo de Bolívar que murió fusilada reclamando futura dignidad al mismo pueblo oprimido por el cual ella fue al cadalso y quien sufre del casi anonimato ipialeño en nuestro ahora renovado parque central; llegando a Diana Trujillo, la científica caleña que lidera los últimos proyectos aeroespaciales de la NASA; hasta cualquiera de nuestras valientes mujeres campesinas, indígenas y urbanas que sacan día y noche su talento y valentía humanos, para sobrepasar los golpes físicos y emocionales de nuestra violencia y discriminación machista; siempre han sido y serán la motivación e inspiración de poetas, músicos, escritores, escultores, fotógrafos y pintores para esas obras que nosotros, los hombres, también siempre debemos admirar.

Se dice que “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”, dicho que tal vez buscó halagar a las mujeres pero que dice lo contrario, si se entiende el sentido de la frase, porque las capacidades de las mujeres no pueden estar para servir o hacer la grandeza de los hombres, sino para brillar con su luz propia, como la historia lo reconoce, entonces, las mujeres caminan con grandeza junto a los grandes hombres y, en ocasiones, hasta delante de ellos, pero nunca detrás.

Las mujeres son más que esos seres que merecen todas las canciones y todas las flores del mundo, las mujeres son más inteligentes y organizadas que nosotros los hombres; algunas veces las mujeres se muestran delicadas y hasta sumisas, características que pueden engañar a cualquier hombre que no las valore y que las comprenderá tarde, cuando haya sido expulsado del corazón de su amada. En alguna parte leí que un hombre en un escrito dirigido a su pareja, con arrogancia al final del documento le puso tres puntos suspensivos y la mujer destinataria, le quitó dos.

La contemporaneidad ha logrado que en gran parte las mujeres hayan dejado de ser el llamado “sexo débil”, para ser personajes que han cobrado mayor representatividad en el campo profesional, empresarial, político y económico, desplazando a hombres que la confianza en la costumbre los hizo rezagar.

 Hoy por hoy las mujeres en mayor medida desechan ser invitadas siempre y tratan de mostrar su fortaleza con la dignidad hasta sobre su abierta sensibilidad que no las convierte en débiles, probablemente tolerantes y pacientes, pero no débiles.

 Por todo esto hoy quiero resaltar esa idea que en 1988 tuvo el nariñense, Arcesio Guerrero Pérez (q.e.p.d.), director de la Caja de Compensación Familiar Cafam de Bogotá por más de 40 años, quien con el periodista Gustavo Castro Caycedo, iniciaron destacar año tras año a las mujeres por su talento y liderazgo desde 1989, hasta la fecha.

Hace unos días tuvo lugar el merecido reconocimiento para una administradora de empresas, Nadia Sánchez Gómez, por promover hace 8 años, desde su fundación “She Is” –“Ella es”, en español- que más de 17.000 mujeres colombianas de las zonas más vulnerables y agredidas de nuestro país, tengan el apoyo educativo en áreas de la ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería, logrando el nexo y la vinculación con la misma NASA. 

Entonces, nuestro reconocimiento a las mujeres, pero por sus talentos y no solamente porque deben ser objeto de nuestros halagos, flores y canciones que también desde nosotros los hombres, siempre y en todo momento, deben estar hacia ellas.

asesoriayderecho@hotmail.com