“NIDO DE RATAS” EN CASA DE POBRES. –
Por : Jairo Bravo Vélez
GUSTAVO BOLIVAR es un Senador, escritor, empresario, periodista, guionista y político colombiano, popular por sus novelas adaptadas a la televisión dentro de las que se destacan: Sin tetas no hay paraíso y El Capo, sin contar guiones y adaptaciones para televisión como Pandillas, Guerra y Paz, Tres Caines y Los Victorinos.
Gustavo Bolívar ha anunciado la publicación de su próximo libro, intitulado “Nido de Ratas”, pero ya conocemos muchos avances de la lógica temática de tan importante investigación especialmente porque está, el autor, precisamente en el seno, objeto de su libro.
Sus casi cinco años de senador de la Republica los ha aprovechado, auxiliado por su equipo, entre otras importantes gestiones legislativas y debates sobre la problemática social, para descorrer el velo de la “aceptada” corrupción, carroña que cunde por todos los espacios de este país, por lo que, sin duda, estoy convencido, el título del libro se va a complementar con la frase La Historia no Contada de la Corrupción en Colombia.
Va a empezar la obra con una anécdota muy simpática contada por su autor ante un prestigioso periodista de este país cuya fuente fue el conductor del auto del personaje y donde se emociona uno porque nos crea la esperanza de conocer más sobre la putrefacción de la política, dibujada en ese gracejo, y que, para nosotros, ciudadanos de a pie, sería imposible llegar a evidenciarla. Esta, estoy convencido, en buena hora, es la ULTIMA RATIO, el propósito final de su creador.
Nos dice Gustavo, en su anécdota salida de la realidad, que un corrupto citó a otro de su calaña en Miami a dialogar con los hermanos Moreno a los que las investigaciones y los debates del ahora presidente de Colombia enviaron a la cárcel junto a muchos políticos más, a Bal Harbour, villa ubicada en el Estado de Miami, ( bueno, como decir aquí, los Chilcos, ) y que llegó montado en un Lamborghini ( me dicen que es como un Renault cuatro) y que cuando se bajó de su flamante carro ostentaba una vestimenta por valor de cien mil dólares,(debe haber sido traje confeccionado por el maestro Simba y zapatos adquiridos donde nuestro recordado Manuel Tovar), por lo que el corrupto citador lo increpo´, sugiriéndole que como va a ir vestido así y le hizo poner únicamente una pantaloneta. Cuando estaban en la playa le dice al ostentoso corrupto: es allá, en el mar, donde están los hermanos Moreno el sitio de la reunión. ¿Y por qué?, interroga, precisamente porque tu tienes la manía de GRABAR TODO.
El libro va a descubrir las malvadas empresas políticas que se forman y que para nosotros es difícil entender que hayan “empresarios” con tanta disponibilidad para invertir sumas de dinero tan considerables, pero cuando analizamos como los entes territoriales no avanzan en su progreso, sino a medias, es cuando nos preguntamos a dónde van los dineros del Estado, -corrijo- de nosotros los contribuyentes.
Si doce malandrines ponen de a mil millones para comprar doce concejales y formar la mayoría opresora y absurda de los entes legislativos regionales se entiende como presionan al alcalde, si no ha recibido su correspondiente coima, para realizar los contratos en todos los sectores de la administración como salud, obras públicas, que son los más jugosos. De ahí que los entes corporativos estén compuestos, en un alto porcentaje, por personajes de este talante.
Esas son las ratas a las que se refiere el autor del libro. En nuestro Concejo el precio debe ser menor porque no digamos mentiras: también hay ratas o, por lo menos, un ratón si está allí, junto al queso, hace mucho tiempo.
Otro acto de las ratas con el eufemismo de servidores públicos que se descubre en la obra literaria es la del nombramiento de sus colaboradores – UTL – que hacen los congresistas a los que designan con un salario del cual deben entregarles la mitad del mismo cada mes; igual comportamiento protervo hacen cuando logran, por tráfico de influencias, que se designe a alguien en un cargo público.
Insólita, alarmante, despreciable, aberrante, es la olla putrefacta que descubre Gustavo Bolívar con admirable valor patriótico, que la conocíamos muchos desde hace algún tiempo, especialmente los nariñenses, porque para infortunio nuestro, un destacado político hizo de esa entidad una cueva de rolando para enriquecerse y enriquecer a sus amigotes.
Se trata de la SAE que es la Sociedad de Activos Especiales, sociedad por acciones de economía mixta, encargada, entre otras cosas, “de velar por la correcta administración y disposición de los bienes afectados por medidas cautelares y con extinción de dominio, a treves de los mecanismos definidos en la ley 1708 de 2014”.
Del comportamiento que los políticos le han dado a esa pútrida entidad, sale una conclusión que nos parece desconcertante: Los políticos y sus secuaces han desplazado en la utilización y disfrute de sus bienes a los narcotraficantes, o dicho de otra manera mas coloquial, mientras los narcotraficantes hacen toda clase de artimañas para lograr sacar su jugoso e ilegal producto a la venta, con toda clase de riesgos, los políticos disfrutan de los bienes que ellos han adquirido y que no son “cualquier lagaña e mico”.
Debe la SAE desaparecer como deben desaparecer los corruptos. (Y debe desaparecer también la aberrante arbitrariedad de la DIAN cuando ha lacerado a incontables familias de transportadores, reteniendo sus vehículos por largos años unos y, otros, perdiéndolos, al aplicar mal el concepto de CONTRABANDO Y FAVORECIMIENTO AL CONTRABANDO.) (Art. 319 y 320 C. P.) Sera´ tema de otro momento).
El aquilatado integrante del Pacto Histórico nos trae, con admirable valor civil, muchos episodios que como congresista conoció y otros investigo´, que se refieren a negociados de sumas de dinero que desbordan nuestra imaginación los cuales constituyen un haz innumerable de contrataciones por las cuales se enriquecen todas las ratas corruptas. En las contrataciones estatales tienen su nido.
Sospecho que el escritor se refiera a los grandes negociados del Estado, de la capital del país, de los departamentos ricos de las instituciones estatales que manejan mucho dinero.
Y ¿qué pasa con el Departamentos de Nariño y municipios como nuestro amado Ipiales, en donde la gestión es precaria dejando como consecuencia la no inyección de dinero para obras? Simplemente que nos quedamos como la casa de pobres buscando de alguna manera hacerle reparaciones cuando con ingentes esfuerzos conseguimos algún dinerito extra, fuera del de la subsistencia diaria.
Desgraciadamente en esas pequeñas reparaciones también aparecen las ratas contratistas que sumadas hacen mucho daño y no hay gatos ni fungicidas que las acaben haciendo que la casita se deteriore cada vez más.
Esperamos muchos que estas denuncias que va a someter a consideración del pueblo colombiano y del mundo Gustavo Bolívar sirvan para que nosotros hagamos inventario de lo que en nuestra casita ha sido objeto de corrupción por las raticas locales.
Y como aquí no hay gatos con garras para atraparlos ojalá entendamos que la mejor manera de extirparlas es sacándolas definitivamente de nuestra casa o, por lo menos, cuidando el queso para que no se lo coman.
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