Comienza una era de responsabilidad
Por: Darío Pantoja B.
Comienza una era de responsabilidad y no solo para cumplir con sus promesas y propuestas, sino también para demostrar que la izquierda está lista para gobernar y gobernar bien, alejada de las tradicionales costumbres que tuvieron al pueblo como factor útil de cada campaña electorera.
Escuché en un medio radial las voces de “Victoria Sandino”, aquella exguerrillera de las Farc que gracias a los acuerdos de La Habana, fue senadora hasta el pasado 19 de julio.
Con un tono impregnado de inconformidad dijo que había renunciado al partido Comunes -el mismo que también surgió por ese convenio-, por el indebido favoritismo de los ahora dirigentes políticos de ese equipo, contra ella y otros más de 300 exmilitantes de ese grupo armado, con quienes compartió la renuncia.
El amplio relato de la exguerrillera puso de presente que toda agremiación de seres humanos tiende a insatisfacer los intereses de unos de sus integrantes, por las actitudes de quienes detentan la posibilidad de contar con un relativo poder, con o sin autoridad.
Y más aún, se dice que en los partidos o movimientos de izquierda, donde teóricamente florecen los derechos y las garantías, sus integrantes llegan a convertirse en caníbales políticos, porque en esos espacios surgen competencias intelectuales y el encuentro de egos como consecuencia de ellas, por parte de sus dirigentes.
Craso error cuando la izquierda fue, hasta el pasado 19 de Julio, una importante expresión histórica de oposición a los tradicionales gobiernos que siempre miraron a los grupos alternativos de poder, como simples expectantes de un poder para ellos inalcanzable.
A un poco más de un mes de la segunda vuelta electoral que gestó la primera presidencia de un líder que ascendió gracias a su inteligencia y valentía, en el mundo se expresa satisfacciones por un justo logro de un ex militante del único grupo guerrillero nacionalista del país, formado en su base por insumisos profesionales y que dejó con sus ex integrantes, en 1991, los principios y el fundamento social de nuestra Constitución Política.
El nuevo gobierno, aún sin serlo, tiene a su alrededor la emoción de un triunfo electoral de millones de colombianos que en su gran mayoría lo miran como un premio a las históricas luchas sociales de estudiantes, campesinos, indígenas, trabajadores y comunidades diversas; lo sienten como un homenaje a tantos que perdieron sus vidas y sus ojos en las calles; y lo tienen como una única esperanza para que en nuestro país todos los ciudadanos, sobre todo los de siempre estatalmente abandonados, puedan recibir los derechos que siempre han estado en esa Constitución y que ahora les empezaría a sonreír.
Esta es otra oportunidad para el interior de la izquierda, para exorcizar las características que también en la historia le han impedido asumir retos en las urnas y en los gobiernos regionales y locales que han podido en ocasiones adquirir.
Comienza una era de responsabilidad y no solo para cumplir con sus promesas y propuestas, sino también para demostrar que la izquierda está lista para gobernar y gobernar bien, alejada de las tradicionales costumbres que tuvieron al pueblo como factor útil de cada campaña electorera.
Y, otra responsabilidad para demostrar que la democracia comienza desde sus vísceras, generando honestidad entre sus integrantes, sin favoritismos ni autoritarismos, es decir, sin coyunturales jefes sino con verdaderos líderes que gocen del reconocimiento ético y el carisma desde sus integrantes. Así se podrá hacer gobierno desde los territorios.
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