Cuatreros, unos peores que otros.
Por: Alfonso Cabrera J.
En los últimos tiempos la ciudad fronteriza ha sido víctima de numerosos casos de delincuencia, desde el atraco callejero, el asalto a locales comerciales, el robo a instituciones educativas, hasta el hurto a los comerciantes de la feria de ganado.
Esta realidad es uno de los grandes males de nuestra sociedad, tal vez el peor, porque tiene amedrentada a toda la comunidad, y al país en general que, por diferentes causas la delincuencia avanza en un incremento ascendente, con algunos resultados positivos en la captura de ciertas bandas criminales, pero que desafortunadamente se multiplican en nuevas organizaciones, siendo insuficiente el pie de fuerza policial para controlar los crímenes que ocurren en la región.
De todos es conocido que la administración municipal anterior fue un verdadero fracaso en su respuesta a la criminalidad, en realidad nunca hubo respuesta, a pesar de la cacareada construcción del cuartel de policía y la instalación de cámaras de vigilancia; lo más chistoso fue cuando el alcalde anunció que iba a utilizar la inteligencia para enfrentar la inseguridad, pero no salió con nada, ni cuartel, ni cámaras y menos inteligencia.
Con lo ahorrativo que era el bachiller Villota con los programas sociales, todo el presupuesto se invirtió en contratos de adoquín, el más caro del mundo; ni siquiera pudo conseguir un policía adicional para mejorar la percepción de seguridad, no quiso, no pudo, ni le interesó.
Pero si el ladrón callejero es un problema que atemoriza a la comunidad, lo peor, lo más vergonzoso, lo más abominable y grotesco, es el crimen de cuello blanco, de las personas que suponíamos eran los más decentes, los más pulcros, los más preparados, los científicos, los más estudiosos, las luminarias de las universidades.
Penosamente, con vergüenza y miedo, tenemos que reconocer que, en el Hospital Civil del Municipio de Ipiales, ha ocurrido algo peor que el atraco a la feria de ganado, es el asalto a la máxima institución que se supone cuida de la vida y la integridad de los más débiles, de las madres parturientas, de los niños, los enfermos, las personas en calamidad, del dolor en sangre viva.
Resultaron peor que los cuatreros, en los medios de comunicación se escuchan las denuncias de prácticas ilegales, sobreprecio en contratos dudosos, de presión a los médicos para que firmen documentos en blanco, de profesionales sin recibir sus salarios por meses, hasta se habla de la aparente perdida de fentanilo, sin importarles que de esta institución depende la vida de pueblos enteros, de diez municipios de la ex provincia de Obando.
También han aparecidos unos diputados “preocupados” por la situación del hospital, que no vayan a resultar otros salvadores que llegan con candidato propio para repetir la historia. Hay muchas clases de cuatreros, y unos peores que otros.
luisalfonsocabrera@yahoo.es
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