Definitivamente, estamos gobernados por vándalos
Por: Alfonso Cabrera J.
‘El que dijo Uribe’, ocupado en jugar al periodista, se enteró que hay crisis de mermelada, que hay preocupación en el partido porque así no se pueden ganar las próximas elecciones. Sin vergüenza, se le ocurrió ponerle impuesto a la comida en el peor momento de la tragedia sanitaria, en el último año de su mal gobierno, cuando nadie le hace caso…
Las encuestas de desaprobación por encima del 70% y el paro del miércoles 28 de abril (en realidad son dos años de paro), es un mensaje contundente de rechazo al gobierno de “el que dijo Uribe”, un personaje que se ganó la candidatura en un concurso de lambonería al interior del partido Centro Democrático y que luego sería elegido presidente en unas elecciones fraudulentas.
Así lo demuestra la compra de votos que confesó la ex senadora Aida Merlano, y, las grabaciones del narcotraficante Ñeñe Hernández. Para el gobierno eso no importa, el pueblo colombiano debe respetar a las instituciones “legalmente constituidas”.
Así, después de haber jurado que en su gobierno no habría mermelada, ha logrado, con mucha miel, poner a sus amigos en los grandes cargos de control del Estado: la Procuraduría, la Fiscalía, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, y varios magistrados amigos). Para el gobierno eso no importa, el pueblo colombiano debe respetar a las instituciones “legalmente constituidas”.
Esa es toda la política pública del gobierno, el resto son chicharrones para despistar. Que Colombia sea el país más peligroso de América Latina, que el país sea el más desigual y violento del mundo, que los niños son máquinas de guerra que deben ser bombardeados, que hay que fumigar el territorio, que la gente ha dejado de comer tres veces al día, son gajes del oficio. Para el gobierno eso no importa, el pueblo colombiano debe respetar a las instituciones “legalmente constituidas”.
‘El que dijo Uribe’, ocupado en jugar al periodista, se enteró que hay crisis de mermelada, que hay preocupación en el partido porque así no se pueden ganar las próximas elecciones. Sin vergüenza, se le ocurrió ponerle impuesto a la comida en el peor momento de la tragedia sanitaria, en el último año de su mal gobierno, cuando nadie le hace caso, cuando los congresistas están ensayando discursos para la próxima campaña. Para el gobierno eso no importa, el pueblo colombiano debe respetar a las instituciones “legalmente constituidas”.
Pero el que dijo Uribe no escucha, no atiende a los pobres, a los indios, a los negros, a las víctimas, a los líderes sociales. El que dijo Uribe solo recibe cantantes, a los hijos del patrón, o a los banqueros, no hay dinero, pero contrata asesores de imagen con la plata de la paz, derrocha millonadas en contratos con los amigos, se inventa un nuevo noticiero, quiere comprar aviones. Para el gobierno eso no importa, el pueblo colombiano debe respetar a las instituciones “legalmente constituidas”.
El que dijo Uribe no atiende al pueblo, prefiere vestirse de policía y felicitar a unas fuerzas armadas que violan niñas indígenas y causan la peor matanza en una protesta social, cuando todo mundo rechazaba los 6.402 falsos positivos del gobierno del patrón, cuando todo el mundo pide reestructurar al ejército y la policía. Para el gobierno eso no importa, el pueblo colombiano debe respetar a las instituciones “legalmente constituidas”.
Para rematar Twitter tomó la decisión de eliminar un trino del patrón porque “Álvaro Uribe viola la regla sobre la “glorificación de la violencia””. En su trino decía: “apoyemos el derecho de soldados y policías de utilizar sus armas para defender su integridad y para defender a las personas y bienes de la acción criminal del terrorismo vandálico”. Twitter con mucha sensatez afirma que “para prevenir que terceros se sientan inspirados a cometer actos de violencia, hemos pedido al dueño de la cuenta que elimine el tuit”.
Twitter ha descrito con precisión al gobierno colombiano en el poder “la glorificación de la violencia”.
Un gobierno mediocre, indolente y sin capacidad de diálogo, ha causado la radicalización de la población y de la Policía, en una batalla fratricida sin sentido y sin salida. Definitivamente, estamos gobernados por vándalos.
luisalfonsocabrera@yahoo.es
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