La ignorancia de los gobernantes hace que el 8 de marzo se convierta en una nueva re victimización de la mujer
Por: Alfonso Cabrera J.
El Día Internacional de la Mujer es una conmemoración, no una celebración, en la que se reflexiona sobre los dolorosos sacrificios y el enorme esfuerzo que numerosas mujeres valientes tuvieron que realizar para lograr el respeto, el reconocimiento legal de sus derechos y la implementación efectiva de las estrategias que permitan la vivencia real de su dignidad
El 8 de marzo, el “Día de la mujer”, es un día que los estados civilizados y democráticos conmemoran como un día especial para avanzar en el reconocimiento efectivo de los derechos de la mujer.
Es una conmemoración, no una celebración, en la que se reflexiona sobre los dolorosos sacrificios y el enorme esfuerzo que numerosas mujeres valientes tuvieron que realizar para lograr el respeto, el reconocimiento legal de sus derechos y la implementación efectiva de las estrategias que permitan la vivencia real de su dignidad.
En realidad, el 8 de marzo es una fecha para rendir cuentas, en la cual todas las instituciones y sus funcionarios, deberían presentar informes sobre los resultados que han logrado en favor del reconocimiento de derechos de la mujer, para hacer cuanto se ha avanzado en respeto, en garantías y en la reducción de la violencia y la discriminación.
Desafortunadamente, la ignorancia de los funcionarios hace que esta fecha se convierta en una nueva revictimización de la mujer, con celebraciones ridículas, fiestas, desfiles, marchas, florecitas, baile, serenata y pastel, no falta el alcalde despistado al que se le ocurre contratar rancheras y despecho, con el peor mensaje en contra de la equidad de género.
Por su parte, el comercio en su afán mercantil, no desperdicia ninguna fecha para convertirla en mercado, feria, promoción, sin importar si se trata del día de un santo, el día de las brujitas, el día de la secretaria, el día de la madre, o el día de la mujer, para ellos todo es igual, es una oportunidad para vender.
En términos generales la humanidad ha avanzado en el reconocimiento formal de derechos, a través de incontables legislaciones, decretos y resoluciones llenas de buenas intenciones, pero inútiles, un saludo a la bandera, que se archivan en los estantes de las bibliotecas y los anaqueles polvorientos de las oficinas públicas, sin que nadie las lea y sin que nadie las cumpla.
El verdadero reconocimiento a la enorme labor y aporte de la mujer a la vida, la convivencia y la felicidad de la humanidad, se debe reflejar en sistemas de salud que acaben con las muertes de las madres al dar a luz, de empresas de salud que atiendan con honestidad y efectividad la atención del cáncer de mama, del cáncer de cuello uterino, o de un sistema laboral que vigile a las empresas para que paguen el salario mínimo o el salario máximo cuando corresponda.
El verdadero homenaje a la mujer lo deben hacer las fiscalías, los juzgados, las comisarías de familia y la Policía, con el cumplimiento de su misión en contra de la impunidad, atendiendo con respeto y diligencia todas las solicitudes de protección de las mujeres.
El verdadero homenaje a la mujer lo deben hacer los gobiernos preparando a sus funcionarios, con suficiente personal, con presupuesto, con albergues que permitan una verdadera protección a las mujeres y sus hijos en casos de agresión.
Pero la política funciona de otra manera, el presupuesto es para los contratos de pavimentar calles, remodelar parques, para cemento y arena, no para la gente, para la salud, la educación, el trabajo, la justicia, y la dignidad humana.
Un Estado que no cuida a sus mujeres no tiene alma.
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