El madrugón: de la ilusión al fraude y al detrimento
Por : Jairo Bravo Vélez
El periodista Héctor Diaz Revelo el sábado 23 de abril del año en curso en el programa radial de A Otro Nivel, el Informativo, dirigido por el Periodista Edison Villota Bedoya que escuchamos todos los sábados a través de Radio Viva Emisora Cultural Bolívar, denunciaba, protestaba, se quejaba, -con toda razón- de muchos problemas insolutos que han perjudicado a la sociedad de Ipiales, especialmente a las clases medias y pobres de la región. Pero lo más importante para destacar tristemente de esas valerosas, muy objetivas y reales denuncias es que se han quedado en el olvido no solo institucional sino socialmente.
Alerta, entonces, a los habitantes de esta región y nos cuestiona ¿qué les pasa?, ¿por qué son tan permisivos con esos actos de corrupción? ¿Por qué tan tolerantes hasta la complicidad?
Habla especialmente de uno que es una vergüenza permanente desde el perfil social, arquitectónico, presupuestal, legal, administrativo, contractual y penal, hace muchos años. Los responsables de esta obra municipal, tan vital para la convivencia social, se han paseado por todo el articulado del Código Penal permaneciendo impunes. Se refiere a la galería Central de Ipiales, patrimonio municipal.
Culminada la etapa electoral -afortunada para las viejas aspiraciones de muchos luchadores colombianos- y en la transición del nuevo gobierno, corresponde a los ciudadanos comprometidos con la ciudad y con la región, hacer un pacto con lo nuestro, abrir nuestras mentes a un amplio compromiso nacional, convenio que, sin claudicar a los principios de cada cual, podamos hacer una lectura que despierte nuestro objetivo análisis de la realidad que vivimos.
Ahí es donde debemos estar de acuerdo con el periodista Diaz Revelo, y con todos aquellos que en su profesión estén en el compromiso serio, que no son muchos, de revelarle a nuestra gente el panorama tenebroso de la gestión administrativa de nuestros gobernantes y legisladores.
Ese patriótico empeño, por ahora casi insular, del periodista de marras debe tener eco en nosotros o mejor en toda la ciudadanía; por lo pronto se me ocurre una tarea: revivir el Comité Cívico de Ipiales; se necesita una organización ciudadana que haga control social con integrantes decididos a ejercer esa función con vocación y entrega, estudiosos y comprometidos con la región.
Es que hemos sido pusilánimes por eso la corrupción se mueve sin temores. Procuraduría, Fiscalía, Personería, son entes moribundos a los que se les olvido o no han querido funcionar, por eso bienvenida la intención de reformarlas fusionándolas o terminándolas.
Históricamente han sido instituciones en donde los favores políticos se pagan, no olvidemos los mil doscientos cargos que creó la actual Procuradora al posesionarse, en pleno debate electoral y pisoteando la ley de garantías. Ante la falta de control institucional impera un verdadero y aguerrido control social. A eso debemos comprometernos.
Demos, por ahora, un ejemplo más de la indolencia, de la inercia y de la ineficacia de nuestros administradores locales: El inmueble ubicado en la calle 15 con carrera 7ª. Nos. 6-60 y 190 con un área aproximada de tres mil quinientos metros cuadrados (3.500.000 mtrs2), en pleno corazón de Ipiales, inicialmente de propiedad del Colegio Nacional Sucre y luego por disposición de la ley 715 de 2001 y ley 1551 de 2012 se entregaron los derechos reales en favor del municipio de Ipiales. La suerte desde el tópico funcional y económico de este inmueble ha sido desastrosa, veamos:
Cuando el inmueble era propiedad de la Institución Educativa Sucre su representante legal lo arrendo´ a un “comerciante” que nunca pagó el canon mensual de arrendamiento estipulado. Luego se arrenda a un negociante tristemente celebre en Ipiales el cual lo usufructúa por más de catorce años sin pagar los cánones de arrendamiento estipulados.
Durante el periodo que estuvo disfrutando económicamente el arrendador del inmueble donde funcionaba El Centro Comercial Madrugón nunca el municipio, en su condición de arrendador, hizo gestión para el cobro de los cánones de arrendamiento dejados de percibir. No obstante, el arrendatario cobraba mensualmente a los 34 comerciantes que arrendaban los locales y usufructuaba el parqueadero que producía grandes ganancias diarias.
Haciendo un estimativo de un profano como yo y dispuesto a que los contadores y matemáticos me jalen oreja se perdieron más de nueve mil millones de pesos para los ipialeños. Este calculo se hace desde que se arrendo´ el inmueble hasta que un juez administrativo de Pasto ordenó la recuperación en favor del municipio.
Después que el juez ordeno´ la recuperación del inmueble empezó el hostigamiento a los comerciantes para que desocuparan sus locales hasta que al fin se convino en la entrega que la hicieron ellos animados por el legítimo deseo de colaborar porque decía el anterior alcalde que se iba a empezar una obra de gran trascendencia para el municipio, que todo estaba listo y que no debían torpedear el desarrollo de la ciudad.
Cuando usted pasa por lo que fue el Centro Comercial El Madrugón encuentra, u observa, unos deshechos abandonados, solitarios, en desuso, desocupados y cada día en vía de destrucción ya que su estructura fue realizada sin mayores técnicas de construcción. ¿Para qué se pidió su desocupación? ¿Cuánto pierde el municipio al tener ese bien de los ipialeños sin prestar ninguna utilidad?
Les tengo un cálculo aproximado, con la misma advertencia de ser objeto de regaños: 34 locales, si se arriendan solamente a ochocientos mil pesos son veinticuatro millones de pesos al mes, lo que quiere decir que en los dos años y medio que lleva de desocupado el inmueble se han perdido setecientos veinte millones de pesos que debe considerarse como detrimento económico del municipio de Ipiales. Igual cantidad de dinero se ha dejado de ganar con la falta de funcionamiento del parqueadero, lo que significa que hemos perdido aproximadamente mil quinientos millones de pesos hasta ahora y seguirán diariamente las perdidas.
¿Qué es esto? nos preguntamos: desidia, torpeza, falta de visión. No podemos entender y no hay respuesta valedera; pero lo que si es cierto es que alguien tiene que responder por el detrimento patrimonial que aparece ostensible.
Aquí tiene vigencia, sin lugar a dudas, la preocupación que denuncia el periodista sobre la insensibilidad de los ipialeños y mi propuesta de la necesidad de una organización social activa, firme, coherente y con vocación de servicio a la comunidad. ¡COMENCEMOS!

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