José María Melo Ortiz, único presidente indígena en la historia de Colombia.
Por : Jairo Bravo Vélez
Si logramos rescatar el valor histórico de este amerindio de Chaparral, Tolima, José María Dionisio y Ortiz así sea tardía y simbólicamente, haremos un justo reconocimiento a los artesanos a quienes la historia también los ha relegado, como los valerosos panaderos que en enero 15 de 1875 protestaron contra el gobierno en el llamado motín del pan.
En el día a día de este tiempo difícil que a todos nos golpea, mi mente se ocupó de analizar con alguna profundidad el sentido de la palabra olvido, encontrando que el sinónimo más congruente con ese término que logre´ fue el de desmemoria o sea la falta de memoria.
Uno de los factores que me ubicaron en el tema ha sido el orgullo de colombianos que sentimos por los premios otorgados a la película El Olvido Que Seremos, basada en la novela de nuestro escritor Héctor Abad Faciolince, que hace relación a la vida de su padre, el líder defensor de los derechos humanos, médico HECTOR ABAD GOMEZ, alevemente sacrificado por fuerzas oscuras contrarias a la paz.
Otro motivo principalísimo fue recordar a mi profesor de Historia Patria, el licenciado Everardo Cortez, en el Colegio Nacional Sucre, ya que no sé si es mi desmemoria o la de él, pero nunca menciono´ en sus clases el nombre del General José María Melo Ortiz quien nació el 09 de octubre de 1800 en Chaparral, Tolima.
Pero la desmemoria para este ilustre personaje no es solamente la del profesor de historia y la mía, es la de todo un pueblo que relego´ al olvido a este protagonista de la historia libertaria y política de nuestra reciente nación.
Fue militar libertario, hizo su carrera en rigurosos ascensos y se distinguió por haber participado en muchas batallas como Bombona y Pichincha en 1822, Mataró y Ayacucho en 1824; participo en el sitio a El Callao en 1825 y en la batalla del Portete de Tarqui.
Participo´ en la llamada conspiración de “Las Reformas”, rebelión que, con la participación de muchos militares venezolanos pretendió derrocar al médico José María Vargas presidente de Venezuela, buscando reformas políticas como la instauración del federalismo, establecimiento del fuero militar y la religión del Estado y sobretodo la reivindicación del nombre del Libertador Simón Bolívar, además de la reconstitución de la Gran Colombia. Melo viajo a Europa ante el fracaso de la conspiración y al retomar el poder José Antonio Páez.
Hay varios hechos que merecen ser rescatados de este aguerrido militar: Uno: ha sido el único Presidente de Colombia que no ha pertenecido a las clases oligárquicas y latifundistas de nuestra Patria. Dos: Es el único ex presidente cuyos restos mortales se encuentran olvidados fuera del País.
Fue fusilado en México batallando en la causa de Benito Juárez y, como él, de origen indígena; fue sepultado por los indios tojolabales, habitantes de Juncana´, Zapaluta, en la capilla del poblado, después de haber permanecido su cuerpo por mucho tiempo a la intemperie.
Tres: Es el único ex presidente que murió en la pobreza; entre las pertenencias del general fusilado, sin formula alguna, se le encontró un mísero botín: un reloj, una cartera con cuatro pesos de plata y unas cartas. Alguna coincidencia con nuestros ex mandatarios del siglo pasado y de este, mi desmemoria es total. (No hay como vincularlo a Pandora Paper).
Cuatro: es el único presidente que ha llegado al solio de Bolívar mediante un golpe político-militar en alianza con los Artesanos, cada vez más empobrecidos y que solo lo dejaron gobernar desde el 13 de abril de 1854 hasta el 4 de diciembre del mismo año, cuando fue derrocado por una coalición que se llamó legitimista donde se encontraban Pedro Alcantara Herran, Tomas Cipriano de Mosquera Y José Hilario López.
Quinto: es el presidente que fue expulsado del País después de un oprobioso juicio y, además, se le confiscaron sus bienes.
Los artesanos de los años 1854 que se atrevieron a desafiar a los políticos de la joven burguesía de cachacos que detentaban el poder y que triunfaron para tener un presidente de extracción popular, al menos por siete meses, merecen que no los olvidemos, que reconozcamos y apreciemos sus luchas en procura de la igualdad, de mejor forma de vida y de respeto a la dignidad humana.
Si logramos rescatar el valor histórico de este amerindio de Chaparral, Tolima, José María Dionisio y Ortiz así sea tardía y simbólicamente, haremos un justo reconocimiento a los artesanos a quienes la historia también los ha relegado, como los valerosos panaderos que en enero 15 de 1875 protestaron contra el gobierno en el llamado motín del pan.
O como el motín artesanal de 25 de enero del año 1895 en Bogotá que fue una descarnada masacre de la Policía Nacional, recién fundada, a sangre y fuego, donde hubo medio centenar de muertos, heridos y capturados. Ahí cayo´ la primera víctima, un artesano llamado Isaac Castillo. O como muchos hombres y mujeres que han luchado en todos los años de nuestra historia patria para lograr reivindicaciones en defensa de sus derechos vulnerados permanentemente. Jairo Bravo Vélez.
A raíz de las movilizaciones sociales encabezadas por multitud de jóvenes inconformes con la situación de miseria y de profundas desigualdades, muchos se rasgaron las vestiduras con la argumentación desdibujada de la realidad, al haberse profanado los monumentos de próceres y fundadores de ciudades cuando la verdad es que esos sitiales deben ocuparlos los verdaderos forjadores de la independencia y formación de nuestra nacionalidad. Para este militar indígena debe haber un lugar y un espacio de reconocimiento para que su memoria no se relegue al “olvido que seremos”.
COLETILLA: Este recordatorio que presento, debo advertir, es un simple llamado a recordar a nuestros verdaderos héroes olvidados, sin pretender mostrarme como historiador, que no lo soy, por lo que me disculpo con quienes tienen esa disciplina intelectual.
Es, además, un llamado respetuoso y reverente a todas las etnias del País para que se restablezca el mérito histórico a este Presidente de Colombia, indio pitao que llego´ al solio de Bolívar mediante una lucha popular meritoria.
Y como estamos próximos a elegir Presidente los invito a recordar a todos los artesanos, obreros, líderes sociales, y defensores de derechos humanos para decir: SÍ
SE PÚEDE.
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