Las Pequeñas Cosas

  Por: Alfonso Cabrera J.

… Miles de parejas pasan por las calles tomadas de la mano, convencidas de haber sido quienes inventaron el amor, o abuelitas con sus nietos que salen a disfrutar del sol o del vuelo de las palomas, son las cosas pequeñas, cotidianas, que sumadas son la vida, la felicidad, la justificación de la existencia…

Un día cualquiera doña María envía a su hijo Andrés a comprar huevos a la tienda del barrio. Andrés en estos días de encierro, apagó de mala gana su computador y con el ultimo chiste de los memes salió a la calle a cumplir con el mandado de su madre. Andrés recorrió unas cuadras hasta la tienda pensando en el hombre araña, alzo la mano tratando de disparar un imaginario rayo a la terraza de un edificio, en ese momento se encontró con su amigo Pacho, su compañero de colegio, le preguntó que andaba haciendo, si vio el partido de la selección Colombia, que extraña el colegio, ¿raro no?, dijo Pacho.

Mientras conversaban, de alguna parte cayó una talega plástica azul de listas blancas, inflada por el viento como un globo, la bolsa giro sobre la cabeza de Pacho, antes de caer le dio una patada y volvió a alzar vuelo, el viento la llevo a la acera de enfrente, los dos muchachos corrieron tras ella, la elevaban con los pies, con la cabeza, con las manos, esquivaban peatones, perros, carros, bajo las miradas enojadas de los mayores, para ellos unos vagos sin oficio. Había buen viento para volar, había espíritu para jugar con un juguete improvisado, corrieron por todo el barrio, se perdieron por los callejones, saltando, riendo, mientras la mamá de Andrés renegaba con el almuerzo sin terminar.

Este es un acontecimiento importante para dos muchachos, que nunca será noticia para los medios de comunicación, sencillamente porque el juego y la sonrisa de unos chicos, como las pequeñas cosas de la vida diaria no son de interés para la gente importante, el juego de dos niños con una bolsa plástica no afecta a la economía ni a la política, son solo niños que salieron a perseguir una ilusión que les regalaba el viento, dos amigos que jugaron en un día temible de pandemia, un momento que nunca se volverá a repetir, unos instantes que con los años se convertirán en uno de los pocos recuerdos que vivieron con la alegría más sencilla y pura, no recordarán del regaño de una madre, ni el mandado, pero será el recuerdo de un buen amigo que iluminará una tarde triste de la vejez.

Miles de parejas pasan por las calles tomadas de la mano, convencidas de haber sido quienes inventaron el amor, o abuelitas con sus nietos que salen a disfrutar del sol o del vuelo de las palomas, son las cosas pequeñas, cotidianas, que sumadas son la vida, la felicidad, la justificación de la existencia.

A pesar de todo, todos los días son una oportunidad para sentir la alegría de la vida, con cosas sencillas, con nuestros seres queridos, incluso con desconocidos, son momentos que no se pueden desperdiciar, en especial de brindar la oportunidad de la alegría y del juego a las nuevas generaciones que crecen en medio del miedo.

luisalfonsocabrera@yahoo.es

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