Los pobres judíos daban pena
Por : Henry Manrique B
Durante muchos años, cuando las películas sobre la segunda guerra mundial creaban todo tipo de héroes de ojos azules, valientes a mas no poder, indestructibles y corporalmente envidiables, por lo general gringos o europeos; del otro lado también se generaba un odio por los alemanes y una tristeza provocada hacia los judíos que habitaban en Europa y que estaban siendo despojado de todo, hasta de su alma, como lo plantea Rosa Montero en su libro “La loca de la casa”.
Todas estas atrocidades nos llevaban casi hasta las lágrimas, o se nos formaba el nudo en la garganta, al ver como asesinaban, torturaban, menospreciaban y consideraban como animales a la raza judía. Dolor más intenso aun cuando nos daba por recordar las clases de religión en las que se nos insistían que los israelitas eran el pueblo elegido por Dios y estos estaban al borde del colapso.
El holocausto demostraba hasta qué punto el ser hombre se “deshumaniza” tratando de deshumanizar al otro, a aquel que no concordaba con lo superior o no se asemejaba por raza, ideología o creencias religiosas.
Se creó la narrativa de lo Ario, o el superhombre alemán como el único ser con virtudes de civilización y por lo tanto era la singular posibilidad de crear un imperio o un REICH, al estilo Hitler, para gobernar el mundo; bajo esas circunstancias, los judíos eran inferiores según la ideología alemana.
Después de la guerra, el cine se inundó de grandes producciones en las que los aliados desmoronaban el imperio alemán. Un buen número de películas incrementaban ese anhelo por ver triunfar la justicia y también por observar como las potencias, desde ideologías opuestas, se unían con el objetivo de derrotar al mal.
Películas con una estética superior a la de los simples combates, manifestaban los esfuerzos individuales de ciertos señores que defendían al pueblo elegido a pesar del peligro de ser condenados a muerte; La Lista de Schindler, El pianista, La vida es bella, El niño del piyama de rayas… y otras que demostraban el comportamiento épico de personajes que lograron salvar vidas a expensas de perder la suya.
Todo lo anterior causaba una sensación de desamparo, no era justo el menosprecio que provocaban los alemanes en contra del pueblo judío. Daba pena ver como salían de los campos de concentración o de los guetos, seres humanos famélicos, mas muertos que vivos, desmoronados física y mentalmente; despojados de su hábitat, separado de sus familias, rociados con gas, acinados en trenes que los conducían al cadalso… todas las atrocidades de las que son capaces unos hombres que se sienten superiores sobre otros. Daba pena.
Así, el cine y la historia nos esculpieron esa tristeza, esa angustia, y decíamos, pobres judíos. Quizá fue la esperanza, lo que viene después del dolor, lo que nos hizo creer que los judíos eran buenos, y talvez, se nos dio por ser optimistas al pensar que nunca más sucedería esto, lo de un nuevo genocidio, y menos creer que serían aquellos seres por los que sentimos lastima alguna vez, los que provocarían un holocausto.
Parece ser que los sionistas, luego de su sufrimiento, buscaron en quien vengarse, se convirtieron en una potencia, se apoderaron de una tierra que no les pertenece, buscaron el pueblo más débil para violentarlo, Palestina, para desenfundar todo su odio. Se proclaman, los judíos, en la actualidad, como los justicieros del mundo, actúan sin considerar los preceptos universales sobre la paz y los derechos humanos, actúan independientemente y justifican el genocidio como una forma de proteger su gente y territorio.
Los judíos, ahora en un acto demencial asesinan niños, ancianos, mujeres, destruyen hogares, torturan, exilian, roban territorio, destruyen escuelas, hospitales, bombardean aldeas pacificas; es decir hacen lo que otrora los alemanes les hacían a ellos, liquidarlos. Están totalmente convencidos que el mundo debe sumarse a su demencia y apoyar el genocidio. Y lo absurdo, están en la ilógica perversa de creer que tiene toda la razón, la de apropiarse de una geografía aniquilando a todos sus habitantes.
El cine así lo plantea, la historia también… la segunda guerra mundial. Ahora, los judíos no despiertan pena, al contrario, están siendo despreciados por los lideres y los pueblos, sociedades que en realidad creen que ningún acto de barbarie es justificable, mas aun cuando se sacrifica, esencialmente a los niños de un pueblo como el palestino que lo que busca es el respeto a la vida y a su territorio.
Los pobres judíos ahora dan rabia. En el futuro, la historia y el cine como parte de ella, nos dirán sobre un genocidio, que, tratando de acabar a uno, exterminó a todo un pueblo. También habrá héroes, aquellos lideres que condenan tan brutal comportamiento y exigen que cese la barbarie.
Pobres judíos
0 Comments