“Pempo” Vallejo entre el Olvido de los Olvidados
Por : Jairo Bravo Vélez
En estos días de fríos intensos hice un esfuerzo inmenso para acompañar a un amigo del alma y además compañero de estudios en el trance hacia su último, definitivo e irreversible camino de la vida.
Hablo de esfuerzo no solo por mi situación sino también porque no acostumbro acompañar a quienes conozco a esos actos y procesos de inadecuados protocolos de marcada ramplonería.
De todos modos, debemos ser respetuosos de las tradiciones y de las formas de expresar el inmenso pesar de los dolientes.
En la sala de velación, lugar propicio para la reflexión y las remembranzas, no escapó a mi mente una serie de procesos vividos en mí ya larga vida de existencia en este mundo de los vivos y de los que infortunadamente, o afortunadamente, no alcanzamos ese calificativo. (Ingenuos, confiados, cándidos, honrados).
Cuando mas concentrado estaba en mis elucubraciones vi pasar a mi lado hacia los primeros lugares donde se encontraba el féretro, al compañero que otrora compartió conmigo el pupitre y también el balón de basquetbol en la selección del colegio.
Se movía con dificultad, se notaba el esfuerzo al caminar, yo diría mas bien al tratar de movilizarse, apoyado por su bastón, pero, sobre todo, por el hombro de su fiel amada compañera y esposa.
No obstante, se notaba el orgullo, el tesón, la resiliencia, el garbo con la que se dirigía a su puesto a donde oraría por su amigo y compañero, tratando de ganarle la pelea a la enfermedad que soporta, como ganador que ha sido a lo largo de su vida.
Con inmensa satisfacción hice retrospección para mirarlo en el colegio erguido, ágil, siempre contento, positivo, orgulloso de su cuerpo y de las facultades con que Dios lo doto´ para todas las actividades deportivas.
Era un atleta, sin embargo, fue siempre sencillo, amable y dispuesto a dar la mano al compañero cuando lo necesitaba. Por eso para su colegio fue el orgullo y lo seguirá siendo siempre, a pesar de que la institución educativa lo haya relegado al olvido.
Pero también recordé que fuera del colegio se distinguía por ser el mejor jugador del clásico deporte criollo de volibol, en su puesto de “colocador” como así lo llamábamos en la jerga de los que practicábamos ese deporte.
Pero la disciplina que lo catapultó a la fama fue el fútbol; no solo fue selección Sucre, recorrió exitoso por varios clubes y selecciones: en el Club Palomino, Brasil, Rayo, fue selección Ipiales y Selección Nariño, pero al fin esta aspiración se le “aguo´,” como decimos coloquialmente en el diccionario pastuso.
Una crónica deportiva, en su momento, acuño´ el siguiente comentario:
“y si hablamos del deporte, es igual sobresaliente en su carrera deportiva, desde su adolescencia se distinguió por ser una persona seria, disciplinada, permitiéndole ser un excelente basquetbolista, para luego convertirse en uno de los futbolistas más admirados y destacados en Ipiales y el Departamento de Nariño, por ser un extraordinario arquero con opciones al profesionalismo. Fue quien nos representó a nivel nacional e internacional logrando muchos triunfos para nuestro departamento en 5 campeonatos nacionales y desde luego para nuestro municipio y colegios: Alfonso López, Tomas Arturo Sánchez y Colegio Nacional Sucre”.
Su capacidad de lucha, que la obtuvo y la incremento´ en el deporte, la plasmo´ en su vida diaria habiendo empezado una carrera como banquero desde mensajero, pasando a ocupar, por sus capacidades y por su empeño, por todos los cargos de la entidad bancaria en la que perteneció por mas de vente años hasta llegar a ser gerente de esa entidad, el Banco Popular de Ipiales. Alternando su trabajo y estudio logro´ ser Administrador de Empresas.
Así como Luis Eduardo Vallejo Vallejo conocido en el deporte como el “El Pempo” hay cientos de deportistas en nuestra ciudad olvidados, abandonados, ignorados, sin que importe a nadie su suerte.
Institucionalmente ellos son “los nadies” y ni siquiera existe una entidad que se preocupe por la situación económica de ellos. Afortunadamente nuestro personaje tiene su vejez económicamente asegurada.
Pero no todos corren la misma suerte: unos viven con penurias y, otros, ya partieron al más allá con marcado desdén de las autoridades. Un amigo me recordó a Julio Bernal “El ronco”, a Carlos “El perro” Barahona, a Pablo León Mora “Buril”, Justiniano Pepinosa (preseleccionado Olímpico), Carlos Martínez “Chirrinco” y “Paluí”, entre muchos otros que por ser profano en este tema se me quedan en el tintero.
Todos en el olvido estatal y en el sector privado, nadie se acuerda de ellos, nunca hubo un reconocimiento para los que se fueron para siempre y no ha habido para los que viven y superviven.
Que saludable que fuera para nuestra niñez y nuestros jóvenes que hubiera una catedra en donde se hiciera conocer la historia del deporte en Ipiales, a todos los niveles, porque si hoy hablo de un solo, hay muchas glorias deportivas en toda la gama de actividades que nos han hechos vibrar de emociones, recordemos el ciclismo, por ejemplo.
Nuestros niños y adolescentes conocen al fatídico pablo escobar, a popeye, a santrich y a muchos vergonzantes perdularios y olvidan a los verdaderos héroes gracias a nuestros medios de comunicación.
Es una obligación que dejemos a las próximas generaciones la historia deportiva de Ipiales no solo a nivel de los deportistas, que nos han representado con orgullo de patria, sino también de sus dirigentes.
Se me viene a la memoria y saco de la canasta del olvido al Ingeniero EDURDO CAIZA FLOREZ quien por el año de 1964 era reconocido en el medio como prestigioso profesional en su ramo y fue la persona que dio inicio y terminó el ESTADIO MUNICIPAL DE IPIALES sin haber cobrado un solo peso por sus servicios profesionales.
Se demoro´ en su labor 2 años. Ipiales esta en mora de hacerle un merecido reconocimiento, no puede dejarlo en el canasto de los olvidados.
Todos los deportistas, todos los dirigentes que han entregado su tiempo a buscar que el deporte siga adelante, los periodistas impulsores de deportistas y el deporte, la gente que con ladrillo en mano ayudo´ a construir el estadio de Ipiales, algún día tendrán que salir del olvido y no ser los olvidados por unas autoridades indolentes y faltas de sentido de pertenencia.
De todas maneras, desde el olvido estos héroes pueden decir con Sigmund Freud: “he sido un hombre afortunado en la vida: nada me fue fácil”.
Muy buen artículo. Nostálgico, pero muy real.
Muy bueno recordas tantas cosas buenas de la gente del deporte. También sería bueno de fundadores de nuevos deportes. De personas que han hecho quedar bien a su municipio siendo de otros lares.