La teoría de los consejos de la juventud, como la mayoría de normas son poemas románticos, que hablan de participación ciudadana, autonomía, concertación de políticas públicas en favor de la juventud, de control político en los municipios y de interlocución directa con el poder, pura pirotecnia verbal para descrestar ingenuos.

Así lo reafirman las normas, la Ley 1622 de 2013, con la cual se expidió el Estatuto de Ciudadanía Juvenil, y la Ley Estatutaria 1885 de 2018, que proponen promover acuerdos y alternativas de solución a las problemáticas juveniles, la visibilización de sus potencialidades y propuestas para su desarrollo social, político y cultural y generar propuestas de desarrollo en los municipios.

Entre otras cosas, la leyes establecen que los alcaldes deben promover medidas de prevención y promoción, con empleo y condiciones de trabajo, el fomento al emprendimiento, el crédito, el capital de riesgo y capital semilla, la capacitación para proyectos productivos, el acceso a las políticas de vivienda, bolsa de trabajo, el acceso, disponibilidad, permanencia y calidad en atención en salud y educación, tarifas diferenciales de transporte público, el reconocimiento y promoción de la ciudadanía juvenil rural, la participación de jóvenes en situación de discapacidad, la participación cultural y deportiva, entre otros.

Los municipios rendirán cuentas sobre la política pública e inversión social en los derechos de los jóvenes, ante los concejos municipales. Los Alcaldes deben apoyar con estímulos de carácter educativo, cultural y recreativo, para garantizar el funcionamiento de los Consejos de la Juventud, y dotar del espacio físico necesario, los elementos de funcionamiento y los recursos presupuestales.

El papel aguanta todo, en realidad es pura demagogia, el discurso para rellenar el noticiero, el inútil saludo a la bandera, apenas un pretexto para realizar un contrato billonario de la Registraduría con un operador logístico, del Centro Democrático, por supuesto.

La jornada electoral del domingo demuestra que a las instituciones y a los partidos políticos no les importa la juventud, solo los contratos que se hacen con ese pretexto, la juventud siempre ha sido utilizada como ciudadanos de tercera, carga ladrillos, comité de aplausos, pega carteles o niñas bonitas para la bienvenida.

A las alcaldías no les interesan estos Consejos porque les reduce el presupuesto, no les deja manejar los recursos a su acomodo. Por su parte, los partidos políticos estaban ocupados haciendo los amarres de las listas para el congreso, lo de los jóvenes era un desgaste en el que no se metieron.

La desinformación fue total, los alcaldes que debían apoyar el proceso con foros, entrevistas, publicidad, medios, recursos, se hicieron los locos. Tampoco hubo formación, capacitación, preparación para que los jóvenes se fortalecieran en temas de democracia, estructura del estado, ideología política, políticas públicas, análisis de la realidad de cada región, nada, todo fue improvisación y tal cual ocurría en la colonia, “se obedece pero no se cumple”.

La comunidad juvenil, no se alcanzó a enterar quienes eran los candidatos, en donde votar, como votar, como cambiar la sede de votación, y para rematar, la Registraduría, en el colmo de la improvisación, cambió las reglas de juego horas antes de la jornada electoral, propiciando el fraude, normal en esa entidad. El sainete de la democracia.

Consultados varios candidatos juveniles dicen que no conocen ni al alcalde ni al encargado del tema de juventud, que nunca recibieron una llamada, que les quedó grande hacer un foro, les quedó grande la democracia.

Cuando los pronósticos más pesimistas hablaban de una abstención del 70%, el fracaso fue mayor con un vergonzoso 90% de indiferencia, de ignorancia, de improvisación, que corrobora que las instituciones, llámense Registraduría, Presidencia, Ministerios, Alcaldías, Gobernaciones, Partidos políticos y organizaciones juveniles, fracasaron. Aquí no hay disculpa de que fue un fenómeno nacional mal de muchos, consuelo de tontos.

Definitivamente, a los alcaldes solo les interesa el cemento, los contratos, la burocracia, pavimentar la calle, de los temas sociales, no saben ni  les interesa. Pero la realidad es tozuda, los grandes problemas sociales, en su mayoría son juveniles, por el desinterés de las autoridades, como el desempleo, la mala educación, la drogadicción, el suicidio, los embarazos, la violencia, los accidentes de tránsito, la delincuencia y la guerra que de juvenil está pasando a ser infantil.

Los jóvenes que participaron en la jornada electoral hicieron lo que pudieron, solos, a su suerte, abandonados por las instituciones y la sociedad. Esto demuestra que no existe democracia, que los partidos políticos son negocios particulares, que no existe educación política, que los jóvenes crecen sin orientación.

Solo queda esperar que los jóvenes aprendan la lección y se preparen para hacer un buen trabajo en los Consejos de la Juventud. Mucha suerte.

luisalfonsocabrera@yahoo.es