Tanto el primer contexto como el segundo han pasado a la historia, y yo diría a la costumbre humana, con el fin de encontrar un arma gramatical para designar a las personas que se ubican en actitudes detestables. Son muy gráficas cualquiera de las acepciones que se utilizan en la vida diaria ya que es el idioma castellano, que es el nuestro, en el desarrollo del hombre, tanto intelectual como mental, el que las ha acogido, de ahí que su uso es permanente. Jesús comparó la metáfora Sepulcros blanqueados con la corrupción que engendra la palabra fariseo, ocultamiento de la corrupción.

De todas maneras, como todavía tenemos el tufillo de la semana santa o semana mayor que, se decía, debe ser de recogimiento, valoración de nuestro comportamiento tanto individual, familiar, laboral y social; es bueno que miremos el proceder de algunos de nuestros servidores públicos con el fin de recordar – por qué no nos podemos olvidar – de sus acciones y realizaciones, no con mirada de fariseos, sino ceñidos a lo que hemos advertido en los medios de comunicación y valorados periodistas investigativos.

Escojamos, por hoy, la conducta esgrimida por los dos funcionarios en cuyas manos estuvo la dirección de la fiscalía general de la Nación durante el aciago periodo de cuatro años. El fiscal general Francisco Barbosa fue definido por el serio investigador y periodista, Daniel Coronel, en forma descarnada, pero basado en evidencias comprobadas, así:

“El peor fiscal de la historia (…) Francisco Barbosa, quien gastó sus cuatro años en proteger a sus jefes políticos para impedir su procesamiento, que se autoasignó casi 200 escoltas para repartirle camionetas blindadas y guardaespaldas hasta a su cuñado, a quien le pareció natural asignarle carro de seguridad y custodios entrenados –y pagados por los contribuyentes– a sus mascotas, el mismo que no tuvo inconveniente en llevarse a su casa, como empleadas domésticas, a contratistas de servicios generales de la Fiscalía; el que, a través de la vicefiscal, absolvió a su esposa sin ningún recato. Ese caballero, cuyo ingrato papel quedará en la memoria de muchos colombianos, está a punto de coronar su hazaña dejando como fiscal general a su segunda al mando y como vicefiscal a su tercero.” (El tristemente célebre fiscal Gabriel Ramón Jaimes)

Si miramos con detenimiento lo denunciado públicamente por el valiente periodista que, entre otras cosas, se han quedado en el olvido, con olímpico desdén esas graves acusaciones, podremos analizar, entonces, muchas actitudes propias de un gobierno estructurado y diseñado para que todos los actos de los altos funcionarios queden relegados a permanecer entre los miles de procesos que se encuentran en las fiscalías, actos que para cualquiera de nosotros son crímenes castigados por nuestro estatuto penal. Veamos:

Cuando se afirma que ocupó sus cuatro años en proteger a sus jefes políticos seguramente puede estar incurso en el delito de prevaricato por omisión o, si somos más acuciosos, en complicidad pues hay obligación legal para cuando un funcionario conozca la existencia de un delito, de denunciarlo. O probablemente estamos ante un concierto para delinquir.    

 La aberrante, oprobiosa y desvergonzada canallada de derrochar el erario en asignar doscientas camionetas y guardaespaldas hasta para su cuñado, más carro de seguridad; a quien también con impudicia le pareció natural designarles carro de seguridad y custodios a sus mascotas, nos queda difícil entenderlos.

Se comete, creo yo, un peculado por uso y un fraude al patrimonio económico del estado. Pero por encima de la tipificación legal, lo insólito, lo desvergonzado, lo cínico está en la desmedida protección a los felinos de propiedad de quien debe ser el protector de la moral y persecutor de la ilicitud.

 Solamente a un troglodita funcionario, narcisista y con rezagos de patrón de medio evo, se le ocurre llevar a las servidoras públicas del rol laboral del ministerio de justicia, para trabajar en su casa. Además de la afectación a la dignidad de las féminas puede haber cometido delito de peculado y extralimitación de funciones.

 Pero tan o más lunfarda que las anteriores es la haber absuelto a su esposa en contubernio con su “yunta” la tristemente célebre Martha Mancera, sin ningún recato y violando todo el respeto que se debe tener al debido proceso. Se adentraron en el código penal en los injustos de concierto para delinquir, prevaricato, falsedad, etc.  

Sigue afirmando Coronel:

“La interinidad de Martha Mancera deja varias cicatrices en la cara del sistema judicial. Una semana antes de la demorada elección de la fiscal general, la doctora Mancera hizo uso de su poder sin límite para eliminar de un plumazo dos dependencias de la Fiscalía que servían para que las víctimas de delitos pudieran recibir atención en un solo sitio. Hace diez años se había creado el Centro de Atención Penal Integral a Víctimas (Capiv) y los grupos Élites de Delitos Especiales (Gedes)”.

El Capiv se puso en marcha por parte del fiscal general de la Nación, Dr. Eduardo Montealegre y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro.         

El citado periodista e investigador dice que la Vicefiscal deja varias cicatrices y yo diría que son heridas que nunca cierran porque es la genta, en últimas, la víctima de sus criminales actuaciones. La impunidad queda avante cuando un delito de la esposa del fiscal general pasa al archivo sin ninguna clase de actuación, omisión que viola todos los principios del derecho penal.  

Pero la actuación más ignominiosa se encuentra en la no ordenación de apertura de investigación en contra de su protegido y aliado alias “Pacho”, jefe del CTI en Buenaventura, una vez conoció el informe que le entregaron los agentes investigadores Pablo Bolaños y Fabio Gonzales que lo denunciaban por estar incurso en delitos contra el narco tráfico y porte de armas. Los agentes se encuentran soportando proceso por esos delitos y un tercero de ellos fue asesinado cuatro días después de haberse presentado el informe. He ahí la mentalidad criminal.

Una médica especialista que trabajaba en el Centro de Atención Penal Integral a Víctimas (Copiv) fue enviada a responder comunicaciones del sistema ORFEO que maneja mensajes entrantes y salientes del ente acusador. He ahí el irrespeto a todos los valores humanos.

Con estas arbitrariedades, con estos abusos y con estos hechos de criminalidad que se quedan en el silencio de la impunidad desastrosa, lo primero que tenemos que concluir es qué hacer cuando el ente encargado de acabar con la corrupción es el más corrupto. Dejando advertido que hay muchos, talvez los más, fiscales en este país que son como abejitas en su trabajo y que nada tienen que ver con la corrupción de los de arriba. Lo segundo se traslada a la nueva cúpula que a buena hora llega a dirigir los destinos del ente investigador, entre los cuales está el Dr. Gilberto Guerrero, en su condición de Vicefiscal, de quien nos enorgullecemos los nariñenses y los egresados de la Universidad de Nariño, quien es un hombre valioso, íntegro, sin tacha y con total vocación de servicio. En hora buena.

jairobravo2010@hotmail.es