TRANSPARENCIA ELECTORAL, UNA QUIMERA.
Por : Jairo Bravo Vélez
El origen del sufragio ciudadano se remonta a la época conocida en Colombia como la PATRIA BOBA entre los años 1810 a 1816 cuando comenzaba nuestra nación a dar sus primeros pasos como Estado Soberano e Independiente y se conoció así despectivamente pues coexistieron hostilmente las Provincias Unidas de la Nueva Granada, remoquete atribuido a Antonio Nariño, ganado en franca lid por nuestros inexpertos gobernantes que desde ese tiempo querían imponer sus intereses personales y caprichos ante el bien común.
Concomitante con los desastres de la organización institucional cundió la lucha por el poder entre los que habían sido adalides de la independencia y ahora embriagados por la ambición desmedida de poder y de riqueza que, desde luego, querían lograrlo a toda costa con las elecciones.
Se conoce, por ejemplo, que los generales Marcelino Vélez y Pedro Nel Ospina se referían a las elecciones celebradas en Medellín (mayo de 1886) para representantes al congreso, manifestando que la fuerza pública nacional y departamental, de ese entonces, hacían que los electores se abstuvieran de sufragar y no contentos con eso votaban ellos repetidas veces con supuestos nombres de otros ciudadanos.* “ Cada vez se hace más evidente, antes de desatarse la famosa guerra de los Mil Días, que el acceso al poder y la participación en la dirección burocrática y en el saqueo presupuestal, que eran añorados por los radicales, se hacía imposible por los medios electorales”.* Lo que significa que desde la génesis de nuestra nacionalidad ha existido la corrupción electoral.
En ese entonces, ya nada más ni nada menos que Miguel Antonio Caro reconocía, en forma cínica, que en Colombia “el que escruta elige” cuando manifestaba en 1883: “Entre nosotros no existe en verdad derecho de sufragio, sino maquinarias electorales de que se apoderan sin misericordia ni escrúpulos el partido vencedor, para excluir de la escena al partido derrotado”.
En los tiempos actuales, un reconocido fraude electoral acaeció el domingo 19 de mayo de 1970 cuando se realizaron las elecciones para presidente de Colombia en las cuales los dos candidatos con más opciones eran Gustavo Rojas Pinilla Y Misael Pastrana Borrero; al hacer el conteo de votos hubo una intempestiva variación y presentación de los resultados electorales que dejo la sensación clara del fraude consumado. Estafa electoral que se materializo´ en horas de la noche acallando los medios de comunicación.
Mas la pulcritud electoral no está solamente en el robo descarado y delictual que hace la clase que detenta el poder para favorecer al candidato de sus conveniencias en el momento de los escrutinios, sino también en la serie de actos concomitantes e inherentes al andamiaje mismo del sistema electoral. Las patrañas y componendas de toda índole se fabrican a lo largo y ancho del territorio nacional durante el tiempo preelectoral y electoral:
1.- Todo partido o grupo político arma su maquinaria electoral que se convierte en empresa electorera porque se invierten grandes cantidades de dinero para o con el propósito de obtener jugosos dividendos que representen cantidades superiores en mucho a las invertidas.
Este fenómeno ilícito es una de las bases fundamentales de la corrupción y, óigase bien, los empresarios políticos son los primeros en pregonar su abolición. Se sabe hoy que un clan político de la costa caribe dio´ doce mil millones de pesos para que la amante del generoso donante pudiera ser senadora de la república.
2.– las falaces y fingidas promesas que se vuelven reiterativas en cada temporada electoral. Sin empacho, los candidatos, en el caso de nuestro departamento, (y de todo el País) aseguran ser los adalides de las reivindicaciones de esta olvidada región de la Patria. Sin embargo, el noventa por ciento de ellos llevan años y años sin que se les conozca su voz en el parlamento.
Cada cuatro años hacen presencia con vistosas y costosas vallas, buscando espacios de radio y televisión. Lástima se nos acabaron los Navarro, Los Martínez, los Cuellar, los García, los Delgado, -perdón Raúl no fue, pero debía haber sido-.
3.– La compraventa de votos que cada día se incrementa y que ha menguado la voluntad e independencia en la participación democrática. Con esta inveterada costumbre se envilece un acto que constitucionalmente es un derecho soberano del individuo y que convierte al promotor en autor del delito de corrupción al sufragante, dañinas e ilícitas conductas que quedan en la impunidad.
4- Pero lo más aberrante es que son los mismos que detectan el poder los que incentivan todos los actos atentatorios de la transparencia electoral con actos de gobierno que buscan favorecer a los candidatos abyectos a sus propósitos para mantenerse en el poder.
Que decir de la Procuradora General de la Nación que ab initio creo 1.200 cargos en la Contraloría General de la Nación (entidad que debe desaparecer) o la sanción presidencial a la suspensión de la Ley de garantías que años atrás había proscrito cuando estaba en el senado el presidente actual, al igual que su jefe Uribe.
Con estos actos encaminados a favorecer y poner en ventaja a sus correligionarios en contraposición a quienes están huérfanos de poder, no puede haber transparencia ante semejante desigualdad.
5.– No podemos pasar desapercibidos los colombianos de la artimaña infame que se inventaron para sesgar el voto ciudadano con la mal llamada “clausula Petro” que desorienta al elector, siendo este artificio una de tantas tretas de la política del miedo que tratan de socializar a sabiendas de que el miedo de perder el poder está en ellos.
6– Yo diría que es atentatorio del purismo electoral, en estos tiempos de la modernidad, toda clase de insultos y vejámenes que se consignan en las redes, llámense como se llamen, que se hacen con ligereza y sin ninguna clase de responsabilidades sin que exista una verdadera reglamentación. He sostenido que ellas sirven para que estemos actualizados en toda clase de información y cultura, pero también es la trinchera en donde se esconden cobardes que utilizan la diatriba a sabiendas de que están a salvo.
¿Qué hacer ante este desconsolador panorama que se repite cual círculo vicioso en cada uno de los eventos electorales? Yo creo que para derrotar las maquinarias de los partidos tradicionales y para que los barones electorales no mantengan y prolonguen su dañina hegemonía, no hay otro camino, sino que, para quienes ya nos hemos quitado la venda de los ojos, hagamos lo posible para tratar de acabar con todos los vicios electorales que maltratan tal vez el único acto democrático de los ciudadanos para decidir la suerte de la Nación, buscando que nuestros conciudadanos también entiendan la enorme responsabilidad que tenemos al llegar a las urnas. Hay que inteligenciarnos que no podemos seguir eligiendo a quienes no han sido capaces de representarnos dignamente.
Delegar nuestra vocería y representatividad en quienes solamente van al Parlamente en busca de contratos y mermelada para sus parientes y seguidores, no lo podemos soportar más y quien a sabiendas vota así, se convierte en cómplice.
Hoy más que nunca es de importancia suma el voto de cada colombiano para integrar un parlamento que represente dignamente al pueblo colombiano; demos oportunidad a los jóvenes y a las mujeres para que enarbolen las banderas para legislar con democracia y con idoneidad. Se debe hacer un llamado a quienes quieren posar de apolíticos porque son también culpables de que los infames nos dicten sus leyes; En este momento histórico es inaceptable la indiferencia y peor aún la indolencia.
Recordemos todos a José Mojica cuando con su sabiduría y experiencia presagio´: “El pecio de desentenderse de la política es ser gobernados por las peores personas”.
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*MOLINA, Gerardo. Las ideas liberales en Colombia 1849-1914. Bogotá: Tercer Mundo, 1978. P.167.
* TOBÓN SANÍN Gilberto, Estado, Política y Economía en Colombia.
Una triste y simple verdad. Ojalá sea este momento la coyuntura histórica para empezar un verdadero cambio. Un gran y fuerte artículo. Felicitaciones.