
El latido de la murga: una pasión que no se apaga
Por: Sandra Liliana Mejía

Las murgas en Ipiales tienen sus raíces en los inicios del Carnaval Multicolor de la Frontera. Desde tiempos remotos, familias y grupos de amigos se organizaban espontáneamente, recorriendo las calles con instrumentos improvisados, llevando música, alegría y un espíritu festivo inigualable. Según el historiador Jaime Coral Bustos, estos colectivos nacieron como una expresión popular conformada por vecinos que, sin ensayos previos, salían a compartir su arte con el pueblo.
Con el tiempo, las murgas evolucionaron, adoptando estructuras más organizadas sin perder su esencia. Adalberto Taimal, integrante de los Bufones del Carnaval, sostiene que la verdadera esencia de una murga no es solo interpretar música, sino transmitir emoción, hacer vibrar al público y compartir la energía del carnaval. Su estilo jocoso y humorístico es una característica que nunca debe perderse en la festividad.
Ser parte de una murga es más que tocar un instrumento o cantar en el carnaval. Es sentir la música en el alma, vivir cada ensayo con intensidad, sacrificar horas de descanso y reuniones familiares para entregarse por completo a un ritmo que une a todos. Es una tradición que late fuerte en quienes la viven. Aquí comienza la historia de lo que significa ser parte de una murga, de lo que implica preparar cada nota, cada golpe de tambor, cada letra cantada con el corazón. Es el relato de meses de esfuerzo resumidos en una madrugada de fiesta, sudor, entrega y pasión.
Los primeros ensayos siempre representan un reto. Algunos integrantes llegan con experiencia, otros apenas han sostenido un instrumento en sus manos, pero todos comparten la misma emoción: ser parte de la murga. No todos saben exactamente qué se hace en una murga, pero lo van descubriendo poco a poco, probando instrumentos, aprendiendo a llevar el ritmo y adaptándose a un estilo que, para muchos, es completamente nuevo.
Las primeras semanas son de exploración. Algunos se inclinan por los tambores, otros encuentran su lugar en el canto. Entre otros instrumentos como güiros, shakers e instrumentos de percusión básica, cada quien va encontrando su espacio en este gran engranaje musical. Las canciones suenan desordenadas al principio, las notas se mezclan y más de uno se equivoca, pero en lugar de frustrarse, todos ríen. La alegría se respira en cada ensayo, porque no solo se trata de tocar bien, sino de disfrutar el proceso.
El maestro —como todos lo llaman de forma empírica, porque más que un director es un guía y un amigo— insiste en la importancia de la dicción, del ritmo, de la velocidad. Enseña que la música no es solo sonido, sino emoción, y que si se quiere que la gente sienta la magia del carnaval, primero se debe sentir dentro de cada uno. Ensayar no es simplemente repetir canciones; es vivirlas, entenderlas, sentirlas en cada fibra del cuerpo.
El tiempo avanza y con él, el compromiso crece. La murga no se trata solo de tocar un día y ya, es un proceso de meses. Durante cinco meses, entre clases, ensayos y ajustes, la rutina se va volviendo parte de la vida de sus integrantes.
Llega diciembre, y mientras muchos están concentrados en las festividades, en las cenas navideñas y en las reuniones familiares, la murga sigue ensayando. No es que la Navidad no sea importante, sino que se comprende que este es el sacrificio que se hace por algo más grande, por un sueño que llena el alma. No es solo esfuerzo, también hay algo hermoso en esto: se comparten estos días especiales con otra familia, la murga.
Días antes del 31 de diciembre se organiza una jornada de integración, no una cena elegante, sino un día de concursos, retos, premios y muchas risas. En ese momento, se entiende que no son solo compañeros de murga, sino una familia. Se comparten fechas especiales, y eso los une aún más.
Y cuando el año apenas comienza, la verdadera prueba los espera.
La madrugada del 6 de enero del 2025
A la una de la mañana, el aerógrafo comienza a silbar. Entre el sueño y la emoción, los integrantes se preparan para el gran día. El ambiente está lleno de risas, comentarios y la típica ansiedad de que todo salga bien. Entre brochas y colores, se escuchan las primeras oraciones: “Que la Virgen de Las Lajas nos acompañe”.
Los rostros cambian con el maquillaje, pero la verdadera transformación ocurre en el espíritu. Cada integrante se alista con la certeza de que será un día inolvidable.
Los instrumentos están afinados, los trajes listos. Es hora de salir.
El frío de la madrugada envuelve el inicio del desfile, pero pronto se desvanece con la energía de la gente. Cada acorde resuena en las calles, cada paso lleva consigo la pasión que une a la murga. Las personas observan con admiración, cantan con ellos, los aplauden. Esa es su mayor recompensa.
El desfile es largo, agotador, pero nadie se rinde. Entre risas y miradas de complicidad, se apoyan mutuamente. La hermandad se siente en cada gesto: cuando alguien necesita agua, otro se la pasa; cuando una baqueta cae, alguien la recoge de inmediato.
Ya casi llegan al final. El maestro levanta la mano y grita con voz firme:
“¡Rematemos la última cuadra! Muchas gracias, nos vemos el próximo año.”
La última nota suena. El desfile ha terminado. La gente aplaude, felicita a los integrantes. Se abrazan. La satisfacción es inmensa, pero el cuerpo recuerda el esfuerzo. El hambre se vuelve indescriptible, el cansancio pesa en los hombros. Apenas terminan, se dejan caer al suelo por un momento, agotados.
La sorpresa de la noche
A las siete de la noche, el celular de uno de los integrantes vibra. Medio dormido, entreabre los ojos y ve un mensaje en el grupo de WhatsApp de la murga. Lo abre lentamente y ahí está, en letras grandes y claras:
“¡Ganamos! ¡Primer puesto!”
El carnaval se irá, las calles volverán a su rutina, pero lo que se siente hoy quedará para siempre.
Y así, con el eco del triunfo latiendo en el pecho, la murga descansa. Hasta que el ritmo los llame de nuevo.
La murga sigue latiendo siempre.
TRADICIÓN ENTRE GOTAS.
Por: Andrea Coral

Un 5 de enero especialmente diferente, en el Carnaval Multicolor de la Frontera. Un desfile muy singular. Aunque al pensar en carnavales, muchos podrían imaginar una fotografía llena de color, con la luz del día resaltando los trajes, los maquillajes y el sol regalando brillo en cada paso, esta imagen está profundamente marcada en mi memoria.
Hace aproximadamente cinco años que me dedico a capturar cada momento de nuestros carnavales, cada paso en la senda, cada artista, cada baile y presentación. Esta foto es sin duda mi favorita, no por la belleza de los colores ni por la luz perfecta, sino porque refleja la vida misma: la alegría que emerge en medio de la adversidad, el amor y el espíritu del carnaval vibrando intactos a pesar de la lluvia. En la imagen, la sonrisa de cada bailarín parece decir que incluso cuando cae la tormenta, la celebración sigue y cada gota de lluvia se siente como un aplauso más.
Un 5 de enero especialmente diferente, en el Carnaval Multicolor de la Frontera. Un desfile muy singular. Aunque al pensar en carnavales, muchos podrían imaginar una fotografía llena de color, con la luz del día resaltando los trajes, los maquillajes y el sol regalando brillo en cada paso, esta imagen está profundamente marcada en mi memoria.
Hace aproximadamente cinco años que me dedico a capturar cada momento de nuestros carnavales, cada paso en la senda, cada artista, cada baile y presentación. Esta foto es sin duda mi favorita, no por la belleza de los colores ni por la luz perfecta, sino porque refleja la vida misma: la alegría que emerge en medio de la adversidad, el amor y el espíritu del carnaval vibrando intactos a pesar de la lluvia. En la imagen, la sonrisa de cada bailarín parece decir que incluso cuando cae la tormenta, la celebración sigue y cada gota de lluvia se siente como un aplauso más.
Este año, después de cinco años retratando carnavales, fue la primera vez que llovió. Y en lugar de apagar la esencia del carnaval, la lluvia cobró más vida a cada presentación, haciendo que cada paso de baile fuera más valioso y cada sonrisa, más significativa. Fue una experiencia muy emotiva.
Al mirar esa fotografía, no pude evitar recordar la frase que mi papá dijo al verla: “La felicidad siempre encuentra su camino, incluso en las tormentas.”
TRADICIÓN ENTRE GOTAS.
Por: Andrea Coral
Un 5 de enero especialmente diferente, un 5 de enero en el Carnaval Multicolor de la Frontera. Un desfile muy singular. Aunque, al pensar en carnavales, muchos podrían imaginar una fotografía llena de color, con la luz del día resaltando los trajes, los maquillajes y el sol regalando brillo en cada paso, esta imagen está profundamente marcada en mi memoria.
Hace aproximadamente cinco años que me dedico a capturar cada momento de nuestros carnavales, cada paso en la senda, cada artista, cada baile y presentación. Esta foto es, sin duda, mi favorita, no por la belleza de los colores ni por la luz perfecta, sino porque refleja la vida misma: la alegría que emerge en medio de la adversidad, el amor y el espíritu del carnaval vibrando intactos a pesar de la lluvia. En la imagen, la sonrisa de cada bailarín parece decir que, incluso cuando cae la tormenta, la celebración sigue y cada gota de lluvia se siente como un aplauso más.
Este año, en cinco años de retratar carnavales, fue la primera vez que llovió. Y, en lugar de apagar la esencia del carnaval, la lluvia cobró más vida a cada presentación, haciendo que cada paso de baile fuera más valioso y cada sonrisa, más significativa. Fue una experiencia demasiado emotiva.
Y al mirar esa fotografía, no pude evitar recordar la frase que mi papá dijo al verla:
“La felicidad siempre encuentra su camino, incluso en las tormentas”.
VIVIENDO DENTRO DE UN SUEÑO
Por: Andrea Santander Salcedo

En el mes de enero tomé mi cámara y me fui a Ipiales para ver de primera mano una de las celebraciones más importantes de la ciudad: El carnaval multicolor de la frontera. Cabe resaltar que no vivo lejos, Pasto queda a tan solo hora y media, así que el viaje no fue muy largo, pero si planeado con anticipación. Fui el 2 de enero, para el espacio artístico El rincón del arte en donde se estaba elaborando una propuesta de disfraz individual para el día 6 de enero y en el cual yo quería ayudar viviendo el carnaval tras bambalinas. Contrario a lo que muchos piensan, en cualquier categoría del carnaval las personas detrás de una propuesta son muchísimas, familias completas, amigos, colegas se unen a un proceso de elaboración que abarca desde el vestuario, la pintura, la escultura, el maquillaje hasta quien ayuda en los refrigerios y la comida (el cafecito con pan nunca faltará). Aquel día, tras instalarme y ser recibida con una cálida bienvenida (de “Doña Charito” la anfitriona y una de las artistas con mas trayectoria en el carnaval) no estaba sino más que contenta de ponerme manos a la obra.
Desde la tarde comencé un proceso de aprendizaje (el cual por falta de tiempo me queda muchísimo por recorrer) donde supe rápidamente los diversos momentos que pueden estar presentes en la elaboración de un disfraz con énfasis escultórico, la base en alambre, el empapelado, fondear con compresor, pintura con pincel, detalles etc. “A mi mama la hace feliz”, comentó “Mafe” la hija de doña Charito; con quien aprovechamos la hora del café para hablar sobre los cambios que suceden en el carnaval con el tiempo. Ellas han participado desde hace años y ya son tres generaciones de mujeres que se dedican al arte del carnaval; una de sus preocupaciones es un sinfín de nuevas reglas, papeleos y demoras en los recursos; preocupación que surge porque su manera de participar en el carnaval se ha enfocado en hacer su proceso en el “modo de antaño” apostándole a propuestas provenientes de la oralidad y la idiosincrasia Ipialeña, Me hablan también sobre cómo les inquieta que se quiera “copiar” muchas cosas del Carnaval de negros y blancos de Pasto; aunque los dos comparten muchas similitudes (todos los carnavales de nuestra región nariñense lo comparten), su carnaval tiene muchas otras cosas autóctonas y representativas, como la familia Ipial, las viudas y la teatralidad dentro del festejo. También está el hecho de que se rehúsan un poco al uso del icopor y el poliuretano, ya que, contribuyen a la contaminación ambiental que se genera dentro del carnaval, aunque den un “mejor acabado”. Además, estos productos hacen que el peso del disfraz individual se triplique, y doña Charito “ya no está para esos trotes”
Para los días 3 y 4 de enero, me vi sumergida en un mundo lleno de pintura, telas, periódico, pinceles y brochas. Aunque ya había tenido la oportunidad de participar en la elaboración de una carroza en Pasto, siempre habrá sus diferencias entre categorías y también porque no decirlo, entre ciudades. Por ejemplo, en Ipiales hace mucho más frio, y por esos días las lluvias no daban tregua, por esta razón el proceso de secado de la pintura se demoraba; también está el hecho de que, en un disfraz, la parte de confección de vestuario es primordial, realizar los accesorios toma bastante tiempo y hay que prestarles bastante atención a los detalles. Estos días trascurrieron con rapidez y cansancio, nos quedábamos hasta la madrugada pintando y cosiendo alrededor de una hornilla de carbón que ayudaba a en esas noches frías donde parecía que la pintura se deshacía en el periódico.
Para el día 5 de enero me comprometí a acompañar a doña Charito en la “Entrada de la Familia Ipial”, en donde ella salió junto a su nieta y a otras señoras con vestimenta tradicional de la mujer nariñense, follado, faldón, alpargatas, canasta en la espalda. Mafe me contó que en sus inicios fue un desfile propuesto por Segundo Solís, más conocido como “El tango” para revelar el imaginario de la ciudad desde diferentes aspectos socio culturales, como por ejemplo su origen y su arraigo indígena, entonces participan con acreditación, pero sin concurso, la estampa principal y la estampa complementaria. Esa mañana-tarde tuve la oportunidad de fotografiar todo el proceso previo al desfile. Observar toda la preparación de los artistas, el esmero en sus vestuarios, la música, y porque no decirlo el nerviosismo y la expectativa al salir en la senda; fue algo muy sorprendente, ya que vivir la experiencia del carnaval no solo se remite a lo que en general vemos como espectadores, sino también a una preparación extensa de sus participantes: jóvenes, adultos, niños y niñas que con entusiasmo y compromiso desfilaron en el recorrido; quienes pese a las lluvias se quedaron bailando y animando a los asistentes que no se espantaron por el mal tiempo.
Esa tarde terminé empapada al terminar el desfile, escondiendo la cámara debajo de mi chaqueta impermeable, también doña Charito y su nieta, quienes se rehusaron a dejar la senda. Cuando le pregunté por el mal clima de esos días, no escondió su tristeza: “ya con los años se me hace difícil salir en estas condiciones”, me dijo. El 6 de enero, comenzó temprano, debíamos maquillarnos, ajustar ciertas partes del vestuario; menciono que “debíamos” porque fuimos tres mujeres quienes salimos junto a Charito, decisión que se tomó para prevenir la probable fatiga de ella. Tras finiquitar los detalles, con un poco de tardanza y afán, cogimos trasporte hacia donde comenzaba el desfile. Para mi todo fue nuevo, no conocía donde íbamos o por donde pasábamos, solo íbamos animando a la gente, bailando y cuidando a Charito, que a pesar de sus 72 años y de un sol tremendo, cargo el disfraz todo el recorrido. Recordar hasta los más mínimos detalles se me hace difícil, es como vivir dentro de un sueño, lo que con claridad se me viene a la mente es el sinfín de entrevistas que dio doña Charito, las fotos que nos tomaron (cosa que se me hizo rarísima porque estoy acostumbrada a estar detrás de la cámara), el dolor en mis pies, el calor, las risas, los dulces, la carioca, los rostros emocionados del público; todo que en conjunto le da un significado al quehacer del artista del carnaval, quienes en mi opinión, hace su labor año tras año, por el amor a esta bella celebración más que por otra cosa. Terminamos rendidas, lo único que se nos pasaba por la cabeza en esos momentos es comer un rico almuerzo y dormir.
De ambos días destaco la disciplina, tenacidad y el buen corazón de estas mujeres artesanas del carnaval quienes me acogieron en su hogar y me enseñaron con paciencia todo el proceso carnavalero en Ipiales. Es una época hermosa donde se entrelazan muchísimas cosas, la familia, la amistad, las diversas manifestaciones artísticas, las historias, los recuerdos de antaño … Todo lo que nos hace ser individuos del sur de Colombia, nariñenses con una creatividad increíble, con un carácter y amabilidad poderosa.
Fin de Año en la Ciudad de las Nubes Verdes.
Por: Camilo Martínez

A pocas horas de recibir el Año Nuevo en el municipio de Ipiales, también conocido como la Ciudad de las Nubes Verdes, artistas y artesanos se preparan para el tradicional desfile de años viejos y viudas, evento que marca el inicio del Carnaval Multicolor de la Frontera.
Este año, el joven Juan Pacheco participó con su viuda, “Lidia Mil Tormentos”, una representación cargada de crítica social. A través de su personaje, Juan alzó la voz contra los feminicidios y suicidios ocurridos en el municipio, enviando un mensaje de resiliencia en medio de un mundo que parece cada vez más desesperado.
Su testamento estuvo acompañado de un vestuario simbólico y un corazón atravesado por dos cuchillos, reflejando el dolor de las familias afectadas por estos flagelos. Con su participación, Juan demostró que los jóvenes tenemos un espacio en el carnaval para expresarnos, alzar nuestra voz y compartir nuestras preocupaciones sobre el futuro.

¿Cuánto puede llegar a pesar un traje cuando el cuerpo está agotado y el alma encendida?
Por: Danna Valentina Rodríguez Sánchez

Con los pies callosos, el sudor de las manos temblorosas, la voz rasposa y el alma intacta se sigue bailando por las sendas Carnavaleras. El danzante preocupado por seguirle el paso a los demás, el arete qué se cae o la alpargata qué se descose, esto es una carrera con demasiada precisión, en donde acertar un mal paso no es sinónimo de derrota sino de residencia y determinación. Cada movimiento es un acto de fé: en el cuerpo, en el golpeteo de la música y en uno mismo. Las piernas pesadas y adoloridas siguen marcando el paso con ferocidad, ni aun faltando menos de 1 kilometro se agacha la cabeza, ni se borra la sonrisa. Al alma le quedan reservas de energía qué desafían la fuerza de gravedad, porque no sólo es el cuerpo el que danza, son las memorias acumuladas en los pies magullados, en el impulso de los brazos, en la euforia de los gritos y en la sangre donde en el fondo surcan las corrientes de nuestros antepasados, de la fuerza indígena y
Son nuestros pies los que saben que a esta tierra le pertenecen nuestros suspiros y frustraciones, que con cada paso arrastramos no sólo el traje que llevamos, sino el peso de una historia que se niega a ser olvidada. Cada paso resuena con el golpe seco de quienes bailaron antes, quienes resistiendo con la misma terquedad con la que hoy se sostiene la mirada al punto de llegada.
Y así, aunque las ampollas estallen y el cuerpo tiemble, el alma siempre seguirá encendida. El danzante sabe que no camina y con cada movimiento traza una sutil huella en la tierra. La historia nunca muere mientras alguien la siga bailando.

La Danza, el Movimiento y el Yo
Juan Carlos Hernández Mora
La danza es más que un arte; es un lenguaje universal que trasciende las palabras. Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha utilizado el movimiento del cuerpo para expresar emociones, contar historias y conectarse con el mundo que lo rodea. La danza es un diálogo constante entre el individuo y el espacio, un puente entre el tiempo y la eternidad.
En cada giro, en cada salto, hay una búsqueda interior. La danza no solo nos permite explorar los límites de nuestro cuerpo, sino también los de nuestra mente y espíritu. Cuando bailamos, nos enfrentamos a nuestras propias limitaciones y descubrimos fortalezas que no sabíamos que teníamos. Es una forma de autoconocimiento, un espejo que refleja quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser.
El movimiento en la danza es efímero, pero su impacto trasciende. Cada paso, cada gesto, deja una huella en el espacio y en el tiempo. La danza nos enseña a comunicarnos sin palabras, a transmitir emociones y pensamientos a través de la fluidez de nuestros cuerpos. Es una forma de arte que nos permite conectar con el mundo y mi propio ser.
En el carnaval, en las calles de Ipiales, en las plazas y casas, en los escenarios más recónditos, la danza está siempre presente. Es una celebración de la vida, un recordatorio de que, a través del movimiento, podemos encontrarnos con nuestra verdad. La danza nos invita a hundirse en la fuerza del ritmo, a encontrarnos en el silencio entre las notas, a mutar tanto como podamos.
Así, la danza se convierte en una herramienta poderosa para el autodescubrimiento. Nos ayuda a entender nuestras emociones, a liberar nuestras tensiones y a expresar nuestra creatividad. Es una forma de meditación en movimiento, una manera de estar presentes en el aquí y el ahora.
En cada danza, en cada movimiento, hay una historia que contar, una emoción que compartir, un yo que descubrir. La danza es, en esencia, una celebración de la libertad y de todo lo que nos hace humanos. Es un recordatorio de que, a través del movimiento, podemos encontrar nuestra voz y comunicarnos con el mundo de una manera única y profunda.
LA ESENCIA DE UN GIGANTE
Por: Karen Alejandra Torres

En la ciudad en donde su cielo carece del verde que alude a su nombre, la magia con la que se abraza el final del año viejo y el inicio del año nuevo, se traduce en una fiesta con magníficos precedentes, caracterizada por la creatividad con la que recoge su tradición, y por el amor con el que acoge las ideas que las nuevas generaciones le inyectan. En donde las carcajadas que se escuchan en medio de un juego lleno de talco, carioca y, unas cuantas “pinticas”, son la cuna de la frase “a los ojos no, ¡bámbaro!” como la señal insignia de que entramos a la época favorita de la celebración andina nariñense, se encuentra un día que da inicio a nuestro Carnaval Multicolor de la Frontera, es un personaje tímido, carente de la algarabía presente en los otros días que junto a él conforman el evento que pregona, popularmente llamado el 31.
El día 366, el más esperado del doceavo mes, comenzó con un sol abrasador y, junto a su imponencia, la formidable puesta en marcha hacia la búsqueda de la primera fila, en donde la larga espera, era un precio mínimo a pagar a lado del magnífico espectáculo que estaba por deleitarse, casi se podía palpar la emoción latente de poder apreciar con el mayor detalle posible el desfile en el que se encontraron los antiguos, los nuevos y los no tan nuevos, acompañados de sus estrellas. En esa vía larga, en la vena principal de América encargada de unir esta tradición con el mundo, estaban ellos, con rostros de variados aspectos y con mucho que expresar, algunos alegría, otros más rebeldía o descontento, algunos coloridos, otros opacos, pero todos con su extravagante vestimenta sin combinar.
Una vez que se adentraron al camino, los nervios se volvieron prisioneros de la emoción que los envolvía en medio de los aplausos. Al pasar por un sin fin de ojos que admiran, critican, agradecen y observan, aunque no lo parezca, ellos tienen las sensaciones a flor de piel, mientras aguardan expectantes por un gran ruido, ese que en montón se asemeja al sonido de la lluvia, para así, desviar ese miedo escénico que podría provocar un titubeo que les haga perder su rígida posición, o incluso significar el fin de su estrellato.
Después de esa larga espera, llegó el gran momento en el que al fin dieron su primer gran paso, ese que les permitió adentrarse al mundo mágico lleno de la realidad del recuerdo y de la evolución, con el impacto que han generado y aportado a la vida del Ipialeño desde hace mucho. Ser parte de los espectadores genera un orgullo que invade el corazón, un orgullo, que muchos no sabemos quién lo provoca, pues mucho más allá de las propuestas que podemos apreciar es impresionante considerar que el reconocimiento de las buenas acciones, en pequeñas proporciones y de manera masiva, son la muestra de que se vale luchar por lo que queremos.
Así como el hombre que cultiva plantas y vende siempre con una intención más allá de su sostenimiento económico, o los músicos que tienen el poder para crear conexiones entre las personas con su gran talento, están nuestros artesanos, que con sus manos dotadas con una suerte de gracia mágica, a través de su arte los hicieron presentes en este día. De su cuenta vimos pasar una muestra creativa y cruda que ilustró como la delincuencia ha hecho trizas nuestra tranquilidad, o aquella que reflejó a las madres luchadoras independientes, esa señora que se gana la vida vendiendo frutas que gozó su pasarela de manera jocosa y que sin ninguna duda es la imagen de la fuerza femenina en nuestra región, además de un espacio para que todas las generaciones, indiscriminadamente, encontraran en un palomo que luce su fama de manera tierna, la causa para confluir y, entre todas las representaciones de personajes que si bien no son los más famosos del mundo, en nuestra ciudad se convirtieron en estrellas!
Y como cereza del pastel, para todo gran evento que es digno de ser registrado para convertirse en parte de la historia, se contrató a un fotógrafo que vistió con pantalones rayados y trajo consigo el mejor equipamiento, un hombre que ha dedicado su esfuerzo a congelar el tiempo, a mantener vivos los recuerdos de acontecimientos de gran magnitud, como esos días de bautizos, comuniones, confirmaciones, matrimonios, a los que, en esta versión del carnaval, se les unió el gran 31, pues todos independientemente de su índole o propósito acogen y abrazan los corazones para unirlos en familia.
Cada uno de los gigantes que se presentaron ese día, son ejemplo, son voz, son lucha, son ganas de vivir y salir adelante, son la representación de nuestra gente, nuestra cultura y nuestra esencia; destacando por las grandes labores que han realizado para resaltar nuestro carnaval, tuvimos la fortuna, ese treinta y uno de diciembre, de verlos desfilar inaugurando la versión dos mil veinticinco, ahí estuvieron: grandiosos, galantes y orgullos, gigantes personajes enseñándonos su arte mientras caminaban junto a sus monigotes.
4 fotos un carnaval
Por Kevín camilo Parra
Las fotografías que acompañan estas crónicas cuentan, en su conjunto, lo que para mí podría ser la esencia del Carnaval Multicolor de la Frontera. Cada una de ellas, por sí sola, captura momentos únicos y representativos de esta fiesta, pero cuando se unen, se convierten en una maravilla visual que ilustra la identidad y las tradiciones de los nariñenses; A través de las viuditas, el Diablo de Obonúco, el Duende y el niño, los invito a un pequeño cuento de mi carnaval.
Acto 1: Las Viuditas -Empieza el carnaval
En las calles de Ipiales, el 31 de diciembre se vive de una forma muy especial. Las viuditas salen a las calles a hacer de las suyas, llenando todo de risas y colores. Este grupo de jóvenes, con pelucas extravagantes y labios bien rojos, posan orgullosas, listas para celebrar. Sus disfraces son un salpicón de creatividad y humor, y cuentan una historia que ha pasado de generación en generación. Representan el luto por un año que se va, pero también celebran la llegada de uno nuevo, ¡y lo hacen con mucha energía!
Lo curioso de esta tradición es que no importa la edad , todos pueden ser una viudita. Es una forma divertida de recordar lo que dejamos atrás y abrazar lo que viene. En sus risas se siente una lección importante: despedir el pasado no tiene por qué ser triste, ¡es una oportunidad para disfrutar y seguir viviendo con alegría!

Foto 1: (Imagen de las viuditas en las calles de Ipiales,)
Acto 2: El Diablo de Obonuco- El diablo enciende el carnaval.
El Diablo de Obonuco aparece con su energía arrolladora, y cuando empieza a bailar, todo el mundo lo sigue. Este personaje, lleno de picardía, es el alma del Carnaval Multicolor. Con cada paso, sus pies raspan las calles de Ipiales, llevando a todos al ritmo de la música. El Diablo no solo es un símbolo de lucha entre el bien y el mal, sino también de la mezcla de lo viejo y lo nuevo, lo serio y lo divertido. Su baile es como un grito de libertad, un llamado a disfrutar el momento.
Es imposible no dejarse llevar por su carisma. Cuando lo ves bailar, entendemos que el carnaval es un lugar donde todo puede pasar, donde las reglas se rompen y solo hay espacio para el juego y diversión.

Acto 2: El Diablo de Obonuco- El diablo enciende el carnaval.
El Diablo de Obonuco aparece con su energía arrolladora, y cuando empieza a bailar, todo el mundo lo sigue. Este personaje, lleno de picardía, es el alma del Carnaval Multicolor. Con cada paso, sus pies raspan las calles de Ipiales, llevando a todos al ritmo de la música. El Diablo no solo es un símbolo de lucha entre el bien y el mal, sino también de la mezcla de lo viejo y lo nuevo, lo serio y lo divertido. Su baile es como un grito de libertad, un llamado a disfrutar el momento.
Es imposible no dejarse llevar por su carisma. Cuando lo ves bailar, entendemos que el carnaval es un lugar donde todo puede pasar, donde las reglas se rompen y solo hay espacio para el juego y diversión.

Foto 2: (Imagen del Diablo de Obonuco bailando en la senda del carnaval)
Acto 3: El Duende – Un juego de niños y risas
En el carnavalito, el Duende juguetón se mete en el mundo de los niños, invitándolos a unirse a su mundo de magia y diversión. Con su sonrisa traviesa y su mirada pícara, este personaje se convierte en el compañero ideal para los más pequeños. Los guía en juegos tradicionales y risas interminables. Aunque es pequeñito, su corazón está lleno de alegría, y se asegura de que todos disfruten al máximo del carnaval.
Es lindo ver cómo un niño, con su energía pura, se pone en el rol del Duende, dándole vida a un personaje que, aunque travieso, está lleno de magia. La conexión entre el Duende y los niños es algo especial, una mezcla de alegría y libertad que se siente en cada momento.

Foto 3: (Imagen de un niño vestido como el Duende Del carnavalito)
Acto 4: El Niño – La magia del carnaval
Y para terminar, el niño en el carnaval es lo que realmente le da magia. Su sonrisa, tan llena de felicidad, nos invita a seguir jugando y a seguir con nuestras tradiciones. En su cara se refleja la alegría de un carnaval sin barreras, donde no importa la edad ni el género, todos somos parte de la misma fiesta. El niño, con su risa contagiosa, nos recuerda que lo más importante en el carnaval es la diversión y que nuestras tradiciones se siguen viviendo con alegría.
Esa sonrisa, tan genuina, se queda en nuestra memoria, recordándonos que el carnaval es un espacio para compartir, disfrutar y seguir siendo parte de esta gran celebración. Porque cuando un niño sonríe, el carnaval sigue vivo.


Mujer, latir del Carnaval Multicolor de la Frontera
Por: Melany Paola Moya Pilaquinga

En la ciudad de las nubes verdes, donde los Andes murmuran sus secretos al viento, la mujer emerge como el corazón palpitante del Carnaval Multicolor de la Frontera. Su esencia atraviesa el tiempo, como un río que lleva en sus aguas la memoria de los ancestros, el fuego de las tradiciones y la chispa de la creación.
Desde el alba, cuando el cielo se viste con los colores del carnaval, ella es la primera en alzar la bandera de la fiesta. En sus manos, el hilo se convierte en traje, la tela en lienzo, el bordado en historia. La modista, con ojos de relámpago, cose sueños en cada puntada, entrelazando el oro del sol y el verde de las montañas en los trajes que danzan por las calles.
De igual manera, la artesana toma la madera y la arcilla para moldear máscaras que cuentan historias. Los rostros tallados hablan de dioses y espíritus, de risas y llantos, de un pasado que no muere y un futuro que se reinventa en cada carnaval. Sus dedos, fuertes como raíces, crean mundos donde la tradición y la imaginación se abrazan.
Por otro lado, la actriz, con su voz de volcán, revive los mitos de los Pastos y Quillacingas. Sobre la senda, su cuerpo narra las luchas de la tierra, los cantos de los ríos y las esperanzas de su pueblo. Su rostro, pintado por la maquillista, es un lienzo vivo donde cada color cuenta una verdad y cada trazo es un poema, ya que en los días de desfile transforma los rostros en obras de arte. Con pinceles como plumas, pinta mariposas, jaguares y estrellas en las pieles de quienes cruzan el arco ancestral. Su arte es efímero, pero eterno en la memoria de quienes lo llevan.
Al mismo tiempo, en el camino, el tambor resuena como el corazón del carnaval. La mujer, danzante y música, se adueña del aire con sus movimientos. Sus pies, que conocen los secretos de la tierra, dibujan en el suelo el mapa de un pasado glorioso. Cada giro de su falda, cada sacudida de su cabello es un grito de libertad, un llamado a la unión.
También está presente la mujer que vende comida, con su fogón como altar, alimenta el alma de la celebración. En cada plato que sirve se mezclan los sabores de la tierra y el calor de su corazón. Sus envueltos como regalos, sus empanadas de añejo crujientes como risas, son el sustento de los danzantes y espectadores.
Asimismo, en las esquinas, la mujer que vende carioca y cosmético ofrece risas en pequeños empaques de colores. Su voz, que invita a jugar y ungirse de alegría, es un eco de la libertad del carnaval. Con su delantal empapado de espuma, reparte felicidad, recordando que, en esta fiesta, todos somos niños otra vez.
Además, cómo olvidar a quien está detrás del lente, la mujer fotógrafa inmortaliza la esencia del carnaval. En su cámara, los colores vibran, los movimientos se congelan, y el espíritu de la fiesta queda atrapado en un destello de luz. Sus ojos, entrenados para ver lo invisible, encuentran belleza en cada rincón: en la sonrisa de un niño cubierto de carioca, en el brillo de una máscara o en el vuelo efímero de una falda. Ella no solo captura imágenes; captura historias, emociones, y el alma misma de la celebración.
Y allí, en el silencio al final de la senda, la mujer que limpia las calles es la guardiana invisible de la fiesta. Su escoba es un pincel que barre el caos de la celebración para dar paso a un nuevo lienzo. Con manos cansadas pero dignas, transforma los vestigios del bullicio en el preludio de un día más de carnaval.
En la senda, la mujer organiza, planifica, imagina. Ella es la estratega del carnaval, el alma invisible que asegura que cada comparsa avance, que cada acorde resuene, que cada danza sea un milagro de sincronía y pasión.
Así, la mujer de Ipiales no solo participa en el carnaval; lo encarna. Es la madre que enseña a sus hijos a respetar las tradiciones, la hermana que comparte los secretos de los trajes, la amiga que aplaude cada ensayo. Es la voz de los que ya no están y la esperanza de los que vendrán.
En definitiva, en el Carnaval Multicolor de la Frontera, la mujer es más que una danzante, actriz, música, maquillista, modista, artesana, fotógrafa, aseadora o vendedora. Es la esencia misma de la celebración, el hilo invisible que teje la magia de la fiesta. Bajo las nubes verdes y entre el eco de las montañas, su espíritu resplandece como el dintel de la sabiduría ancestral, recordándonos que en sus manos y su corazón se guarda el latido de un pueblo que nunca deja de bailar.
Carnaval Multicolor de la Frontera: El Grito Ancestral de un Pueblo que No Olvida
Por Raúl Fernando Arévalo Bustos

Las calles de la Ciudad de Ipiales amanecen distintas cada comienzo de año. En cada esquina, los colores cobran vida, las carrozas cuentan historias. El Carnaval Multicolor de la Frontera, es un estallido de identidad y Orgullo que cada año transforma el asfalto en un escenario de kilómetros, donde la tradición se niega a ser un recuerdo.
Esta fiesta de carnaval no es solo un desfile de comparsas, no es solo música o danza, es la piel misma de un pueblo que ha aprendido a resistir con alegría. Es el reflejo de una lucha de generaciones que han trabajado por mantener viva su esencia, para presentarle al mundo el vibrar de un pueblo.
El Ballet Folclórico de Nariño: Guardianes de la Memoria
En medio de la fiesta, una agrupación se alza como estandarte del arte y la tradición: el Ballet Folclórico de Nariño. Sus integrantes no solo bailan, si no también narran con el cuerpo, con el sudor, con el alma con sus pies descalzos. Cada movimiento es un relato, una historia, cada vestuario es un testimonio vivo que cuenta los secretos de los pueblos del sur, de los taitas que con sus años dan consejos para una vida mejor.
Este año, su presentación fue un homenaje a las plantas sagradas, a la medicina ancestral de los abuelos y abuelas que curaban con el poder de la naturaleza. Mientras danzaban, parecía que invocaban a los espíritus de quienes ya partieron, como si en cada giro y en cada golpe de música, estuvieran llamando a los que alguna vez caminaron estas calles.
Héctor Nastar y Los Rumberos: El Carnaval No Olvida a sus Héroes
Pero si de legado se trata, es imposible hablar del Carnaval Multicolor sin mencionar a quienes lo construyeron y lo edificaron con su alegría y pasión. Y ahí, en esa memoria que nunca muere, vive Héctor Nastar, el alma de la murga Los Rumberos, del barrio Puenes, un hombre que entendió que la vida es un baile y como lo diría Celia Cruz “ la vida es un carnaval”, una constante entre la alegría la nostalgia y la inevitable cita con la Muerte.
Hoy, su ausencia es una herida abierta en el carnaval, pero su esencia sigue Viva. En cada sonido, en cada grito, en cada “ vivaaaaaa Ipiales”, Los que lo conocieron dicen que su sonrisa aún retumba en los ensayos y en la fiesta del carnaval, hay quienes dicen; que los muertos no se van; se transforman en música, en danza, y celebración.
La Tradición que No se Apaga: El Legado de la Familia Ipial
El Carnaval Multicolor de la Frontera no es solo de quienes bailan hoy, sino de aquellos que desde hace décadas han construido su historia con esfuerzo y pasión. Y entre esos guardianes de la tradición está la familia Ipial, un linaje que ha hecho de la fiesta un compromiso de vida.
Desde los abuelos que cosían los primeros trajes, hasta los nietos que hoy aprenden los secretos de la danza y la música, la familia Ipial es; el reflejo de un carnaval que se resiste a desaparecer.
Todo este legado es la prueba de que la tradición no es solo un recuerdo, sino una HERENCIA que se lleva en la sangre Y hoy es el orgullo de un pueblo en el Departamento de Nariño.
Epílogo: Un Carnaval que es ejemplo de Resistencia
Cuando el último acorde se apaga y los disfraces vuelven al armario, y los instrumentos se toman un descanso, lo único que queda es la memoria. Y en Ipiales, la memoria es sagrada. Este carnaval no es solo una fiesta, es una forma de resistencia. Es el grito de un pueblo que no se deja vencer por el olvido, que entiende que la cultura es su mayor tesoro y que la mejor forma de honrar a los que se han ido es seguir bailando, “que la vida nos permita danzar otro ratico”, decía el mensaje de una de la pancartas en el desfile, seguir celebrando, seguir contando su historia con cada paso en la danza de la vida.
El Carnaval Multicolor de la Frontera es, en el fondo, un pacto con la eternidad. Y mientras haya alguien que baile, alguien que toque un tambor, alguien que pinte su rostro de colores para encarnar un personaje ancestral, este carnaval seguirá siendo inmortal.
Un homenaje también a esos personajes invisibles del carnaval, a quienes se levantan temprano para dejar el almuerzo listo, para esas abuelas que en cantinas llevan esa bebida caliente para acompañar el carnaval y para esas manos que sangran al corte de una ejecución de una carroza.
Que viva Ipiales!!!! Carajooooooo
Colores que cantan historias
Por: Ruth Verónica Taimbú Taimbú
El cielo de Ipiales se oscurece anunciando la lluvia, pero las calles rebosan de luz, color y vida. Es enero, y la ciudad fronteriza, orgullo del sur de Colombia, se viste de gala para recibir a sus protagonistas: hombres, mujeres y niños que, con trajes dorados, plumas radiantes y una sonrisa imborrable, danzan al compás de las tradiciones del Carnaval Multicolor de la Frontera.
Las risas de los niños se mezclan con el bullicio de los vendedores ambulantes y los tambores que retumban en cada esquina. Los sonidos contagian una energía inigualable. Entre la multitud, se encuentra Jesús Mera, líder de la comparsa ARTE CULTURA MÚSICA Y TRADICIÓN, una de las más representativas del carnaval. Durante todo un año, Jesús y su equipo trabajaron en los diseños de los trajes, inspirados en los paisajes y la fauna de los páramos andinos. “Esto no es solo un baile”, explica mientras ajusta un tocado amarillo brillante con forma de ave. “Es nuestra manera de mostrar quiénes somos, de celebrar nuestras raíces y decirle al mundo que estamos orgullosos de nuestra tierra”.
El Carnaval Multicolor de la Frontera no es solo un espectáculo visual; es el testimonio vivo de la diversidad cultural de esta región binacional, que une los corazones de Colombia y Ecuador. En palabras de Jorge, uno de los organizadores del evento “Aquí las fronteras se borran. Es una fiesta para demostrar que compartimos historia, tradiciones y un profundo amor por nuestras culturas”.
Cada comparsa que desfila tiene una historia que contar. Adornan trajes que evocan los paisajes del páramo, mientras que los movimientos ágiles de los danzantes imitan el vuelo de las aves que surcan los cielos de los Andes. En medio de la multitud, Rosa, una bailarina veterana, recuerda con nostalgia los inicios de su participación en el carnaval: “Mi abuela me enseñó los pasos de estas danzas. Ella siempre decía que bailar era honrar a la tierra y agradecer por todo lo que nos da. Hoy, después de más de 20 años, me siento orgullosa de transmitir esta tradición a mis hijos y para todos los Ipialeños”.
A lo largo de las principales calles de Ipiales, el desfile es una explosión de color y sonidos. Los ritmos indígenas, las melodías mestizas y los tambores de herencia afrodescendiente se entrelazan para formar una sinfonía única. Cada comparsa añade un matiz diferente al espectáculo, mientras los espectadores, eufóricos, lanzan aplausos y silbidos. En algunos momentos, los más tímidos se dejan llevar por el ambiente festivo y, olvidando el pudor, comienzan a moverse al ritmo del carnaval.
Pero detrás de todo el esplendor y la alegría hay un esfuerzo comunitario que no siempre es visible. Carolina relata que los meses previos al carnaval son de intenso trabajo. Desde la confección de trajes hasta los ensayos, cada detalle requiere dedicación y sacrificio. “Lo hacemos porque amamos nuestra cultura. Queremos que nuestros hijos crezcan sabiendo de dónde vienen y sintiéndose orgullosos de ello”, comenta con una sonrisa que refleja cansancio, pero también satisfacción.
Las calles de Ipiales se convierten en un lienzo donde los colores, las danzas y la música se mezclan en perfecta armonía. Carolina, Rosa y cientos de bailarines regresan a casa con los pies cansados, pero con el corazón lleno de mucha alegría.
“Esto es más que una fiesta”, reflexiona Carolina mientras recoge su tocado al final del día. “Es nuestra manera de celebrar la vida, la unión y la identidad de un pueblo que, a pesar de las dificultades, nunca deja de sonreír”. Y así, bajo la luz de los rayos del sol y el eco de los últimos aplausos, el Carnaval Multicolor de la Frontera deja una huella imborrable en quienes lo viven.
El carnaval desde adentro
Por: Sebastian Alejandro Ramírez Arteaga

Inicia un nuevo año, y al escuchar “Carnaval Multicolor de la Frontera”, mi corazón vibra como lo ha hecho desde que tengo memoria. El aire está cargado de expectativas y nostalgia, mientras estoy sentado en medio de un salón, observando el hermoso caos familiar que se desarrolla a mí alrededor, mis padres, abuelos, tías, primos, se unen a la preparación para salir al desfile una vez más. Los nervios el sonido de risas nerviosas y la emoción son palpables en cada rincón de la casa, mezclándose con el aroma del pan de maíz y el café recién hecho. Es el día de blancos, en mis oídos retumba el sonido de la radio, anunciando el último día de carnaval, el día que siempre espero con ansias, no porque sea el final, sino porque es el momento donde todo cobra sentido, donde la magia alcanza su punto culminante y donde los sueños se materializan en las calles de mi amado Ipiales
Desde que era un niño, mis manos pequeñas ya moldeaban figuras con dedicación y curiosidad, seleccionaba materiales con atención meticulosa, y aprendía de mi maestra Yolanda Ramírez, gran cultora y exponente de nuestra gran fiesta, el Carnaval Multicolor de la Frontera. Sus enseñanzas no solo abarcaban técnicas artísticas, sino también la esencia misma de nuestra cultura y tradiciones. Cada tarde en su taller era una aventura, un viaje a través de historias ancestrales y técnicas heredadas de generaciones anteriores. Sus manos expertas guiaban las mías, enseñándome no solo a crear, sino a sentir el alma de cada pieza que tomaba forma bajo nuestro cuidado
Tenía alrededor de cinco años cuando experimenté por primera vez esa sensación indescriptible de pertenencia y asombro. Recuerdo cada carnavalito junto a los míos como si fuera ayer, cada momento de nerviosismo antes de salir a la concentración, las mariposas en el estómago y la emoción desbordante que me hacía temblar de pies a cabeza. El recuerdo latente de como a mi corta edad estaba completamente maquillado de mil colores, cada trazo en mi rostro una historia por contar, cada pincelada un universo de posibilidades, dando vida a personajes fantásticos que al día de hoy se han quedado dentro de mí y me hicieron sentir parte de algo más grande que yo. Es un juego, sí, pero también es un ritual sagrado que trasciende generaciones, que conecta el pasado con el presente en una danza eterna de tradición y renovación. Sentir esa conexión inexplicable con mi pequeña ciudad, con mi gente, con una historia que no entendía del todo, pero que ya me pertenecía, era algo mágico, que transformaba cada célula de mi ser. y año tras año, carnaval tras carnaval, esa conexión iba creciendo y reafirmándose en mí, echando raíces profundas en mi identidad, moldeando quien soy y quien aspiro a ser
Quince años después, estoy aquí otra vez, como cada enero, respirando la misma magia pero con una comprensión más profunda de su significado. La emoción no ha cambiado; si acaso se ha multiplicado, alimentada por años de experiencias y memorias compartidas, por risas y lágrimas, por triunfos y desafíos superados en familia. La jornada empieza antes del amanecer, cuando las estrellas aún brillan en el cielo y la ciudad duerme expectante, mientras los primeros rayos del sol apenas se asoman en el horizonte. En el taller que durante meses ha sido un torrente de actividades, vibra una energía especial, una mezcla de anticipación, orgullo y nerviosismo que nos mantiene en movimiento constante. Familiares, amigos y amantes del carnaval están congregados, unidos en un propósito común, dando los toques finales a las creaciones que hemos imaginado durante meses, que han poblado nuestros sueños y ocupado nuestras conversaciones. Ajustar cargadores, retocar un color, pegar brillantes; cada detalle cuenta, ese esfuerzo familiar que toma vida a la hora de exhibir una obra impecable, una obra que representa no solo nuestro trabajo, sino nuestro amor por esta tradición
Al salir el sol en todo su esplendor, nuestro disfraz se une al tan esperado desfile magno del 6 de enero, como una pieza más en este gran mosaico cultural que pinta de vida las calles de nuestra ciudad. Las calles cobran vida con el bullicio de la multitud, con el sonido de la música que se mezcla con las voces emocionadas de los espectadores. El pueblo nos recibe con gritos y aplausos, una sinfonía de júbilo y admiración que hace que cada hora de trabajo valga la pena. Todo tipo de expresiones emergen del otro lado de la senda, donde sobresalen rostros asombrados, de niños y adultos admirando el arduo trabajo tan esperado por todos ellos. Sus sonrisas y exclamaciones son el mejor regalo para quienes dedicamos meses a esta labor de amor, a este arte que nos define y nos une como comunidad.
Cada idea plasmada en nuestras creaciones tiene una historia que contar, cada color cuidadosamente seleccionado representa un aspecto de nuestra identidad, cada detalle que ha sido pensado para evocar emociones, contar una historia, conectar con el pasado, llevar un mensaje profundo y significativo que trasciende el momento presente. Cada motivo emerge de algún mito indígena ancestral que nos conecta con nuestras raíces más profundas, una tradición campesina transmitida de generación en generación como un tesoro invaluable, criaturas de otro mundo que parecen cobrar vida con cada paso en la senda, danzando al ritmo de la música y los aplausos, tejiendo un puente entre lo terrenal y lo místico.
Mientras el desfile avanza bajo el sol radiante, cada paso nos acerca más a la realización de nuestros sueños compartidos. No puedo evitar recordar mis inicios en este oficio, que no es solo una profesión, sino una forma de vida que nos transforma por completo, que forja en carácter, dedicación, pasión y sobretodo una profunda conexión con nuestras raíces culturales. Es un camino que se elige recorrer con orgullo y dedicación, sabiendo que cada año trae nuevos desafíos y oportunidades para crecer y mejorar. La tarde avanza majestuosamente y con ella se mezcla la satisfacción de haber dado lo mejor en la senda, de haber puesto cada gramo de energía y creatividad en nuestra presentación. Esperando a cambio la alegría, aplausos y gratificantes mensajes de felicitación de quienes aprecian este lindo arte, de aquellos que entienden el valor de mantener vivas nuestras tradiciones.
Mientras observo el cielo teñirse de los colores del atardecer, en ese momento mágico cuando el día comienza a despedirse, recuerdo un alguien especial, que una vez nos dijo con sabiduría “vivan su vida como si todos los días fueran 6 de enero”, palabras que han resonado en mi corazón desde entonces, guiando mis pasos en este camino del arte del carnaval. Ese alguien que de niño esperaba con gran emoción ver pasar en el desfile y pensaba, algún día quiero ser tan grande como mis maestras, tan inspirador como aquellos que me precedieron en este hermoso arte del carnaval. Hoy, mientras veo a los niños en el público con la misma mirada de asombro que yo tenía hace años, entiendo que el ciclo continúa, que la magia del carnaval seguirá viviendo en las nuevas generaciones, manteniendo viva la llama de nuestra cultura y tradiciones.
Hibridación Cultural en el Carnaval Multicolor de la Frontera una Aproximación a la Pluriculturalidad
Por: William Campiño

Te sorprendería si te digo, que “nuestro carnaval de negros y blancos” no es nuestro, que no nace en Nariño…pues si conoces muy bien la história sabrás que todo nace en la población de Remedios Antioquia a miles de kilómetros de la ciudad de las nubes verdes
Si así es, el origen del carnaval está cargado de una basta semiótica, arquetipos e inconscientes colectivos más allá de las fronteras, más allá del sistema voz a voz, la fiesta al revés como se la define a nivel ancestral es una válvula de escape de represión del inconsciente, y si, es muy necesario, el carnaval es y será trasgresor y subversivo en su relación temporo espacial.
Luego de este pequeño abre bocas, les comentaré que salí a la senda del carnaval este pasado 3 de enero de 2025, como es de costumbre salir a la avenida Panamericana, y buscar el mejor lugar para el palco, claro esta con las limitaciones que la senda nos brinda, en ese orden siempre salgo con mi banco de plástico, para evitar estar parado durante todo el desfile, y lógicamente colocado el “uniforme”, ya saben, gafas, poncho y sombrero, talvez cuasi disfrazado, talvez mimetizado entre la muchedumbre, talvez hasta un poco despersonalizado, pero con una convicción muy clara, disfrutar el carnaval.
Talvez dirán nada del otro mundo, una crónica como la de cualquier otro espectador, de la cotidianidad, o de ese círculo vicioso que año tras año, nos obliga a salir de nuestras casas, que nos obliga a hacer catarsis, a despersonalizarlos, y a volver a florecer, volver a renacer “Igne natura renovatur integra”
Pero no es así, no fue un carnaval más o un carnaval menos, esta vez el denominado “carnaval multicolor de la frontera”, no fue el mismo de hace 30 años, al respecto no pienso criticar, ni mucho menos juzgar, pues no soy perito en la materia, o talvez sí; Y aquí es donde se deshace la magia, pues el solo echo de escuchar la palabra “multicolor” de por si ya trasgrede la escencia misma del carnaval de “negros y blancos”, el carnaval de la dualidad, o al mejor estilo del Origen de la Tragedia de Federico Nietzsche, el encuentro entre “lo profano y lo sagrado”, “el encuentro de don Carnal y doña Cuaresma”, pero momento…este carnaval es el más atípico de todos, pues es el único que no precede a la cuaresma, por el contrario inicia a fin y comienzo de año, toda una paradoja, así es, este carnaval trietnico que conjuga los elementos del carnaval andino ancestral, la carroza europea y la pinta africana es nuestra verdadera identidad, si como el mestizaje, que no es puro, que no tiene verdades absolutas, pero que trasciende de generación en generación en la apropiación y “aculturación”
Quisiera seguir contando la história pero vamos al grano, a lo que nos atañe, talvez este carnaval sea “diferente”, “anormal”, porque no sigue el conducto regular de lo que admiramos en Pasto por ejemplo (Relación centro periferia), porque talvez es “multicolor” y eso ya lo hace totalmente diferente, rompiendo los ciclos de la dualidad, ¿pero es que acaso los griegos no concebían el origen del universo a traves del caos?, así es a traves de la entropía, o será acaso que vivir en la frontera nos hace “diferentes”, “exclusivos”, “únicos”, la verdad no sé, pero este carnaval fue diferente, no quiero caer en falsos silogismos, ni mucho menos en el imaginario social, voy a colocar mi punto de vista, voy a mirar con una lupa más grande.
Salirse del canon puede ser peligroso, pero no imposible, puede romper esquemas, pero afectar susceptibilidades, y así fue, esta vez la história se partió en dos, el carnaval multicolor de la frontera antes del 3 de enero de 2025, y el carnaval multicolor de la frontera después del 3 de enero de 2025.
Sorpresa no hay carrozas…sorpresa no hay delegaciones de las alcaldías de los municipios vecinos, sorpresa no hay reinas de los municipios, que locura decían algunos que estaban a mi lado o tras de mi en la avenida Panamericana, otros confundidos aplaudían a delegaciones foráneas del País y delegaciones internacionales de la vecina República del Ecuador, otros ya empezaban a criticar al gobierno de turno y en fín un sinnúmero de comentarios, que simplemente me limite a escuchar, porque es así, aquí hay que expandir el cerebro un poco más de lo “normal”.
No voy a negar que me agrado de alguna manera mirar a los silleteros de Antioquía, y apreciar sus obras de arte, al igual que mirar a las demás delegaciones de la Costa con su muestra del carnaval de Barranquilla, y los del Huila, y por supuesto a las chicas bastoneras de Ecuador, que engalanaron el desfile con sus vestidos “multicolores”, con sus sonrisas encantadoras y con su juventud en éxtasis, ni que decir de nuestro hermanos de Esmeraldas que al son del cununo, la tambora y el guasa colocaron el sabor al carnaval.
Esta vez sentí el desfile mas rápido, talvez la senda se acorto un poco, o talvez mi piloto automático me obligaba a acelerar el ritmo, en fin, este carnaval fue diferente.
Sin embargo, no fue óbice que tomara las mil y una fotos desde mi celular modesto Galaxy A24, pues los artistas y artesanos no tienen la culpa del cambio, y por su puesto el cambio es bueno, somos resistentes a este, pero debemos adaptarnos, “todo fluye nada permanece” como lo diría en algún momento Heráclito de Éfeso, en la teoría del eterno devenir, y además ya lo había mencionado antes “En época y tiempo de carnaval, todo es válido”, no existe ninguna restricción, no hay reglas, y el “juego”, puede cambiar en cualquier instante, y es que precisamente gracias al “juego”, nuestro carnaval es denominado “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconocido por la UNESCO en 2009”, pero claro ustedes dirán eso para el carnaval de Pasto y para el “nuestro”, el “multicolor”, tiene una denominación menor por el Ministerio de Cultura de ser patrimonio cultural de la nación, no porque el de Pasto sea mas o menos, sino porque es “diferente”
Creo que este carnaval multicolor es mas de la gente, de “Provincia”, o que mejor dicho de la Ex – Provincia de Obando, aquí confluye la comarca, el comadreo, el vecindario y la verbena popular, como debe ser, pues el carnaval es la fiesta del pueblo y para el pueblo, ah y me imagino que dirán los lectores, y la política!, y el gobierno de turno!, no señores esto no tiene tinte político, porque si lo tuviese no me atrevería a escribir, y porque de ser así el carnaval estaría condenado a desaparecer, o destinado a la autocracia, y a los caprichos del “rey momo”, pero yo no sé, juzguen ustedes mismos, ese mismo día andaban unos buenos muchachos con su pinta carnavalera, realizando encuestas, para conocer la opinión pública de los espectadores, uno de ellos fui yo, no me pidieron consentimiento informado, tampoco me dijeron en ultimas cual era la finalidad, pero como buen ciudadano colabore a la causa, entre algunas preguntas recuerdo la de la senda del carnaval, la de exhibir las carrozas en el Centro Comercial Gran Plaza, y opinar si se mira necesario a futuro seguir invitando a otro tipo de delegaciones del País.
Se que al final se expusieron “las estadísticas”, esas señoras chismosas, que poco y nada me gustan, se que al final el pueblo decide, y que “Vox Popul Vox Dei”, así es, talvez es mejor estar bien informado, talvez es mejor leer un libro que mirar narconovelas y reality shows en Caracol o RCN, talvez es mejor el desarrollo endógeno “Glocalizar” no globalizar como lo diría en mejores palabras Nestor García Cancliní en “Conflictos multiculturales dentro del capitalismo”, con esto invito a fortalecer nuestra verdadera identidad, nuestro sentido de pertenencia, a recuperar la memoria histórica, cultural y ancestral, pero también a tener una menta abierta y conciencia plena.
Continuando con mi relato, y luego de retrotraer a algunos autores, les cuento que al final me quede hasta ver pasar al compactador de la basura, con sus obreros y funcionarios, haciendo su mejor trabajo, a quienes los aplaudí fuertemente, al igual que a todas y cada una de las delegaciones que participaron en esta versión 2025, quienes son los artífices de crear y recrear la realidad en tiempo de carnaval.
Y que creen, salieron otros “estadistas”, si así es, la misma gente empezó a preguntarme verbalmente, que le pareció el carnaval, y ellos mismos se respondían, eso era lo gracioso, decían frases como “¿Qué le pareció el carnaval amigo? Malo no… otros decían es “innovador”, otros es muy “diferente”, y entre mi decía efectivamente “este carnaval me sorprendió”, por lo atípico, por ser transgresor y subversivo, por ser arriesgado, por ser irreverente por ser “atrevido”, esta última palabra define mi crónica “atrevido”, al final de la senda, regrese para mi casa, y oh sorpresa “las redes sociales inundadas de comentarios a favor y en contra”, y yo me decía, que fácil es criticar desde la comodidad de la cama, del escritorio, del carro, de la banca del parque, o desde el bar, y jugamos a ser jueces, a ser críticos del arte, a ser jurados del carnaval, muchas veces sin tener el mínimo bagaje epistemológico para hacerlo, pero esa es nuestra triste realidad.
Esa es la tragicomedia llamada vida, que a traves de la tecnología de la inmediatez y de la tecnofacinación nos atormenta, nos reduce los tiempos y nos acerca de manera virtual con el otro, sin afecto, sin emoción, sin motivación, sin ese rasgo ontológico que nos diferencia de otras especies, como diría Gillez Lipovedsky “La Era del Vacío”
Aquí culmina mi crónica del carnaval como el “arte de los encuentros en medios de una memoria transgresora ancestral”


“Senda de colores” será la imagen oficial del Carnaval Multicolor e la Frontera 2024-2025
De acuerdo al concepto del jurado, la propuesta gráfica “Senda de colores” cumple con todos los requerimientos establecidos en la convocatoria y hace que se convierta en una pieza única y digna de representar la fiesta cultural de Ipiales.

Motivos ganadores en el Carnavalito 2024
559 niños y niñas participaron en las cuatro modalidades del carnavalito el 4 de enero de 2024. El desfile estuvo encabezado por la reinita Daniela Sofia Chamorro Chitán. El acalde Amílcar Pantoja junto a la Gestora social del Municipio y sus dos hijas, participaron representando personajes como “l Sombrerero” de la película “Alicia en el país de las maravillas”.

Ganadores del Carnaval Multicolor de la Provincia
El Carnaval Multicolor de la Provincia se realizó el pasado 3 de enero de 2024 dentro del Carnaval Multicolor de la Frontera de Ipiales Nariño, en él participaron los 12 municipios de la ex Provincia de Obando, del Norte Ecuatoriano y el departamento de Arauca. Tres modalidades se premiaron.

Carnaval Multicolor de la Frontera. Ganadores del 2 de enero
En desarrollo del Carnaval Multicolor de la Frontera que cada año se realiza en Ipiales, del 31 de diciembre al 7 de enero. el día dos, se efectúa el Carnaval de la Juventud. en la versión 2024 823 jóvenes participaron en las modalidades: baile folclórico (7 agrupaciones) y baile moderno (22 grupos.
5 agrupaciones resultaron ganadoras en Danza folclórica, según el jurado calificador integrado por Fernando calderón Moreno, Jeison Alirio Casanova Arteaga y Jobany Fernando Meneses. La modalidad Baile moderno la calificaron: Samanta Patricia Pilpud Rosero, Johana Peña Blanco y Cristian Camilo Gasca Cuellar ellos designaron a 4 grupos ganadores.
CARNAVAL
Motivos ganadores en el Carnavalito 2024
559 niños y niñas participaron en las cuatro modalidades del carnavalito el 4 de enero de 2024. El desfile estuvo encabezado por la reinita Daniela Sofia Chamorro Chitán. El acalde Amílcar Pantoja junto a la Gestora social del Municipio y sus dos hijas, participaron representando personajes como “l Sombrerero” de la película “Alicia en el país de las maravillas”.
Ganadores del Carnaval Multicolor de la Provincia
El Carnaval Multicolor de la Provincia se realizó el pasado 3 de enero de 2024 dentro del Carnaval Multicolor de la Frontera de Ipiales Nariño, en él participaron los 12 municipios de la ex Provincia de Obando, del Norte Ecuatoriano y el departamento de Arauca. Tres modalidades se premiaron.
Carnaval Multicolor de la Frontera. Ganadores del 2 de enero
En desarrollo del Carnaval Multicolor de la Frontera que cada año se realiza en Ipiales, del 31 de diciembre al 7 de enero. el día dos, se efectúa el Carnaval de la Juventud. en la versión 2024 823 jóvenes participaron en las modalidades: baile folclórico (7 agrupaciones) y baile moderno (22 grupos.
5 agrupaciones resultaron ganadoras en Danza folclórica, según el jurado calificador integrado por Fernando calderón Moreno, Jeison Alirio Casanova Arteaga y Jobany Fernando Meneses. La modalidad Baile moderno la calificaron: Samanta Patricia Pilpud Rosero, Johana Peña Blanco y Cristian Camilo Gasca Cuellar ellos designaron a 4 grupos ganadores.
Carnaval Multicolor de la Frontera. Ganadores concursos del 31 d diciembre
46 motivos en las modalidades: Viuda de Año Viejo, año viejo artístico, Año Viejo tradicional y Testamentos fueron inscritos para los respectivos concursos del primer día del Carnaval Multicolor de la Frontera versión 2023 -2024, en la ciudad de Ipiales, Nariño, Colombia
Un cortejo dantesco de Jaguares abrirá el sendero de la Familia Ipial el 5 de enero
Cerca de 120 comuneros, 80 de los cuales proceden del Corregimiento de Cofanía Jardín de Sucumbíos y 40 artistas las veredas: la Soledad, Laguna de Vaca y las Cruces, del Municipio de Ipiales, integran la Familia Ipial, acompañada de las estampas complementarias: Ley de origen y leyes naturales. Luis Gerardo Rosero Obando, coordina la estampa principal y los grupos: Abracadabra – Resguardo de Ipiales – Casa de la Cultura – Cultivarte – Segismundo – Asotea – La Chagra Teatro- Resguardo de San Juan serán los encargados de las estampas complementarias.
Cerca de 6000 artistas en la versión de transición del Carnaval
5.728 personas, en las distintas, modalidades, ocuparán la senda en los seis días del Carnaval Multicolor de la Frontera que va del 31 de diciembre de 2023 al 7 de enero de 2024…